De tu cuello brota, el líquido prueba del tiempo, un cuerpo al fin y al cavo extraño sobre ti, apetitoso sobre otros... extraño y pesado para ti.
El palpitar entre mis piernas, y las miradas atentas desde diferentes ángulos, observan y contemplan la imagen rápida, fría, sobre la que nos paramos, más con avara mirada, hambrienta de camino logra atisbar...en donde estará.
El hermoso rictus de tus labios, cubiertos de culposa espuma blanca, triste y felizmente pagada.
El suelo remonta bruscamente a la realidad, más delicadamente tu regreso es inherente al tiempo.
La caricia de eterno agradecimiento por el impetuoso, desencadenado, recorrido, logra cerrar por breve instante tus ojos, y los míos, que no se volverán a encontrar. |