Madrugada náutica tu boca
en el roce que espera y consigue,
humedecida con vendavales de sal,
el beso constructor de pasiones.
Invasores ejércitos tus dedos,
que despiertan la espiga temprana
con esa pequeña conversación
que cosquillea piel, carne y huesos.
Alquimia punzante que despierta
un curioso camino de fuegos,
donde, la sangre llama sin prefacios
a los pájaros originales del placer
en ese ciego amor algo clandestino.
Texto agregado el 27-10-2012, y leído por 323
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