Apenas abrió los ojos, recordó que su hermano estaba de cumpleaños, por esta razón, decidió hacerle una visita apenas cayera la noche. Compró cigarrillos y una botella de pisco de 35 grados, cargó en su celular el Unplugged in New York de Nirvana, ya que era el álbum musical que acostumbraban a escuchar cuando estaban juntos, el cual los relajaba y profundizaba sus conversaciones.

Le costó mucho esfuerzo poder llegar hasta él, la visita sin lugar a duda era de sorpresa, por lo que nadie tenía la más mínima idea de que Marco estaría con su hermano. El lugar donde el festejado pernoctaba, estaba custodiado por varios guardias de seguridad, así que sigilosamente logró escabullirse y llegar sin ser visto.

¡Sorpresa! Fue lo que exclamó Marco cuando lo pudo ver. Él muy contento, contenía unas ganas enormes de beber un trago y poder platicar con su hermano menor, por esta razón, decidió sacarlo del lugar donde descansaba para poder ver juntos las estrellas. Pasaron horas juntos, en diversos momentos el silencio se interpuso entre ellos, era una ocasión especial, la sola compañía expresaba todo el afecto que había entre ellos.

Fue así como Marco se bebió toda la botella, decidió partir a su hogar, sintió una extraña sensación, tenía la idea de que ya todo no era lo mismo, cabizbajo emprendió la retirada, estaba a punto de amanecer y no quería ser visto por nadie.

A la mañana siguiente, Marco despertó con una leve resaca, y ya , a esa hora, en todo el pueblo se comentaba que habían profanado una tumba del cementerio municipal.