Cuando te has ido
y el corazón sigue latiendo a tu ritmo.
Los dos o tres minutos siguientes,
cuando aun tu perfume me acaricia
y aun respiro del aliento que dejaste en mi boca.
En ese fatal, terrible peor instante del tiempo;
cuando mis brazos
no encuentran un sitio donde estar,
y no sé qué hacer con ellos,
(como si me sobraran;
como si toda su razón de ser
hubiera acabado al irte)
Si, cuando te has ido,
y me sobra también una palabra,
un gesto, un silencio, un beso;
el que quedo pendiente,
el que se pone triste por tener que esperar
tu regreso.
Es entonces, en ese instante,
cuando entiendo;
soy solo una extensión tuya,
de tus tiernos e irrepetibles gestos;
de tu risa, tus ojos, de tu cuerpo.
Y una sombra, un reflejo
de ese tu dulce amor,
que cuando te vas
me deja muriendo.
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