A propósito de un texto de Graju, en donde preconiza un mundo diferente al que vivimos, desterrando la competencia para dar paso a una especie de solidaridad universal, creo que es bueno hacer algunas precisiones.

A nuestro nacimiento, nos antecede una pugna microscópica y de índole no tan olímpica, ya que en una carrera descomunal de millones y millones de espermatozoides, es sólo uno, el más fuerte y capacitado, quien clava su arrogancia en el óvulo femenino. Por lo tanto, nuestra creación es producto de una competencia a muerte, permitiendo que solamente el mejor dotado pueda procrearse. Vaya esto como preámbulo para lo que pretendo exponer a continuación.

Si bien es cierto que existen en la actualidad enclaves de solidaridad y amor hacia el prójimo, ya sea por medio de instituciones estatales o de iniciativa particular, no bastan para saciar el hambre de justicia, dignidad y equidad de la multitud mundial y teniendo en consideración que existen estados que concentran gran parte de la riqueza mundial, ellos no están llamados a ser los buenos samaritanos que uno quisiera que fueran, sino los organizadores de eventos que propenden a disfrazar sus intenciones, propiciando la paz, el desarrollo y la concordia, lo que tampoco les interesa mucho, ya que las guerras son lucrativas y se generan una tras otra, como si fuesen necesarias para la humanidad.

Con ese historial de poderosos y súbditos obsecuentes, sería dable pensar que una transmutación de los valores actuales, parece bien dificultosa, considerando que el capitalismo, aunque en estos momentos se encuentre en graves aprietos, es parte vital de los paradigmas que conocemos. Podría crearse una corriente que pretenda influir en la conducta de miles o millones de personas, que infunda una nueva forma de pensar y que anticipe una ética más humanitaria. Pero, es difícil no sospechar que tras cualquier iniciativa de este tipo, surgiría una especie de mesianismo, ya que el desafío es monumental y requiere de mentores que lo propalen. Caeríamos en lo mismo y una nueva facción se agregaría a tantas otras que se reparten las migajas de la torta.

La iglesia católica, mayoritaria en la esfera occidental, podría ser el vocero de una iniciativa de este tipo, considerando que promueve virtudes esenciales, pero que tiene en su contra, el descrédito de su clero y la poca influencia de un papa que vale casi lo mismo que cualquier dinastía real de las revistas de papel couché. No olvidemos además que en sus orígenes, la iglesia tuvo un papel preponderante en la creación de sociedades sumisas, por medio de misiones que sirvieron más a los colonizadores que a los nativos, creándose una aristocracia que se sirvió de ellos.

Al cabo, podemos deducir que toda iniciativa puede basarse en la esperanza del advenimiento de tiempos mejores, en el ansia de una nueva era, en donde se privilegie la igualdad. la solidaridad y en la cual los cabeza de ratón- a los que alude nuestro amigo Graju, en correspondencia a su actitud personalista,- se promuevan a la esfera superior de seres íntegros, con capacidades individuales reconocidas, desdeñando lo aspiracional para dar paso a una convivencia solidaria, que permita sentar las bases de una sociedad mucho mejor que la que estamos viviendo.

Las macro cifras indican que el mundo se dirige a una debacle de la cual será difícil recuperarse. ¿Será esta la instancia para que todos los seres de relativa influencia se unan para diseñar esta utopía? Dios dirá y estaremos expectantes para cuando ello suceda…