Salvador levanta la mirada, lleva una barba de cuatro días que no le sienta demasiado bien y las ojeras del insomnio envuelven con surcos morados sus rojizos ojos,
no han sido días placenteros los que han soportado sus espaldas últimamente... Baja su mirada y contempla su mano derecha escayolada...

Musita suavemente -yo soy el culpable...

Cierra su pensamiento en un momento no muy lejano, intentando notar el dulzor de las endorfinas pasadas, segregadas gracias a aquella sonrisa, aquel momento.
Abre la mente de nuevo y contempla de nuevo su mano mientras que con la mano izquierda acaricia suavemente esa barba que comienza a apoderarse de él...

Y vuelve a musitar suavemente... -jamás me cansaré de renacer...

Pero necesita tiempo, tiempo para pensar, musitar y querer,
Pero necesita tiempo, tiempo para recordar, amar y crear.

Salvador nunca se ha dejado vencer, siempre ha luchado sabiendo que no siempre se gana y sobretodo que no siempre se pierde.

Sonríe y por un instante se olvida de su mano y sueña despierto…

Sueña que la mañana siguiente todo brilla,
Sueña que su mano rota siente el contacto de una piel suave,
Sueña que ella está a su lado…