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Debilidad 2

Al saber que Guillermo ya había regresado, fui al hospital para verlo, a lo cual huyó de nosotros al vernos, yo corrí tras de el hasta que lo alcance en el parque, y le dije.

-¿por qué huyes? – le dije.
-no quiero nada de ustedes. – el me respondió.
-pero solo queremos ayudarte. – yo le respondí.
-¿para qué me quieren ayudar? – el reclamó
-porque si, nada más, para que no andes vagando por la calle, estas muy enfermo, no puedes andar así, te puede pasar algo. – le recomendé

Esa noche hacía mucho frío, así que Guillermo se desmayó, como puede lo lleve a mi casa, pedí un taxi para que nos llevara a la casa, estuvo dormido dos días seguido, seguí mi vida por completo, pero Jaime se cambió de casa, que su economía cambio. Así que se compró una casa nueva, y yo me quedé en el departamento. Días después Guillermo despertó se veía realmente mal muy débil sin ganas de nada, con el tiempo fue mejorando no del todo.

Me cité con Jaime en un restaurante de New York donde platicamos.

-cómo vas con Guillermo. – me preguntó.
-bien, aunque está muy débil, hasta para levantarse de la mesa le cuenta trabajo.
-¿y el peso?
-cada día está más delgado – le dije muy preocupada.
-¿y han tenido intimidad?
-no, para nada, siempre está dormido, habla muy poco, no puede ni tomar sus cubiertos ni tomar agua de su vaso.
-los resultados no arrojan nada raro a su delgadez, pueden ser muchos factores, pero no se cual sea. Ya se le hicieron muchos estudios y no sé qué tenga.

La vida a lado de él es un poco difícil porque casi no habla es un hombre muy tímido, todos los días que se levanta mal, pero yo trato de animarlo, me costó trabajo ganarme su confianza, conforme pasaban los días él se reía más, comía más.

-¡buenos días! – dice con mucha emoción, mientras le dejaba su desayuno en la cama.
-hola buenos días – dice él.
-¿cómo te sientes?
-me duele la cabeza y me siento cansado.
-aquí tienes tu primer medicina.
-…. Gracias. – dice él.
-aquí te dejo tu desayuno, voy a terminar de arreglarme para ir a trabajar.


Termine de arreglarme para ir al trabajo, cuando entré de nuevo al cuarto pero él ya estaba lavando sus platos del desayuno.

-oye, deja eso – le dije.
-no, déjame hacerlo a mí, no soy ningún inútil, termina de arreglarte, anda – y el respondió con una sonrisa.
Al llegar a casa después de trabajar, lo vi que estaba dormido en el sillón, a los pocos días yo le pedí matrimonio, si aunque suene raro yo fui la de la propuesta, a lo que el acepto, fue una ceremonia en mi departamento, solo con las personas más cercanas a nosotros, pero la verdad eran los más cercanos y testigos de nuestro amor.

Cumplimos cinco años de casados, estábamos felices aunque Guillermo tomaba medicamento, y por las noches tosía mucho y vomitaba, pero tenía las ganas de vivir, para festejar nos fuimos a una restaurant muy elegante para cenar, y nos quedamos hasta cerrar. Salimos a dar una vuelta cuando de pronto se desmayó, le llame a Jaime y cuando llegamos al hospital Jaime lo atendió. El diagnostico era que ya no le quedaba mucho tiempo de vida. Para mí fue perder al amor de mi vida. Cuando lo vi en la cama tan débil me mostré fuerte. Él me decía que estaba a punto de irse. Que le quedaba poco tiempo de vida. Pasaron los días y su salud empeoraba.

Por la noche me quede dormida y recuerdo muy bien no haberme tapado con ninguna cobija, solo con mi saco. En la mañana me desperté y vi la cobija encima de mí. Me preguntaba de donde salió la cobija. Cuando me acerque a Guillermo el ya no respondía. Mi reacción fue llamar al doctor y Jaime junto con una enfermera me daban la triste noticia que él ya había partido al cielo. Mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón latía a mil por hora. La noticia me hizo sentir que mi cuerpo se iba con él.

Jaime se portó a la altura en todo momento me apoyó. El funeral no fue nada fácil. Pocos amigos asistieron a su velorio. Mi vida se iba con él. La primera semana no quería creer lo que estaba pasando pero pasaron los meses y el dolor se sentía con mayor intensidad.

Todos los domingos le llevo sus flores. Un día me puse un vestido en color amarillo me fui al panteón dejé de contestar el teléfono, de recibir visitas. Cuando llegue a su tumba y me quedé dormida a su lado. Jaime me buscaba hasta que un señor me vio en recostada a un lado de la tumba de mi amor. Y me encontraba completamente helada. Un señor me encontró y llamó a la ambulancia me llevaron al hospital y de nuevo Jaime se portó a la altura al estar presente en mi funeral. Me enterró a lado de mi amor. Ahora los dos descasamos juntos Jaime vendió mi departamento y se dedica a la medicina y todos los domingos a lado de su pareja nos llevan flores y rezan. De vez en cuando platican con nosotros.

Al hombre que vi en aquella bodega que me llenó de dulzura, estaremos juntos para siempre.

Fin.

Texto agregado el 20-10-2012, y leído por 212 visitantes. (0 votos)


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