Yo fui creado por un dios bueno, que nunca me quiso, pero en el cual yo creí y, sin embargo, aun así me ha abandonado.
Informe, uniforme, impaciente, intolerante e intolerable. Raza de
Caín y Abel, ambos, con esa dualidad; Jekyll y Hyde, con la bestia adentro y el ángel afuera; lobo con piel de cordero, oveja con corteza de serpiente.
Sin saber quién soy y quién no soy, o los dos interrogantes a la vez. Ese soy yo, los gemelos malos, hijos del dios bueno.
Creados por Dios y evolucionados por el Diablo. Y por Darwin.
¿Qué quién soy yo? Yo soy un descendiente de Adán, el Hombre primordial, el hijo desahuciado de Dios.
Una copia. Sin cuerpo, sin alma, sin espíritu.
Un bosquejo que pintó el viento de alguna tarde en el vientre de mi madre.
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