No era que resguardase esperanza alguna; sólo era la necia costumbre de permanecer. -El mismo lugar y la misma hora desde aquél suceso-
Tampoco lo pensó mucho, pero enseguida supo que desobedecer a los instintos a esas alturas ya no era una opción. -Lo hecho hecho estaba y no quedaba lugar para sentimentalismos-
Entonces y para su suerte, la encontró detrás de aquél confín lejano. -Venía casualmente de camino hacia él- Y de ipsofacto clavo sus ojos cual flecha certera sobre su aún tenue silueta.
Mientras tanto, las puntas afiladas de aquellos exquisitos tacones se aproximaban cadenciosamente al compás de aquél tic-tac de su reloj.
-Era sólo cuestión de tiempo, siempre lo es-
(Él), se puso de pie y sin dudarlo alimentó su frágil confianza con una amable y fresca sonrisa; que difumino cualquier duda que hubiese en el aire. Motivandola así a apresurar su temeroso paso.
Sus miradas se estrecharon ferozmente en el camino. Pues él siempre adoro esos coqueteos parpadeos de sus bellos y hechizantes ojos.
(Ella), lucía un entrañable escote, que dejaba a la vista su blanco y delicado pecho inerme. "El talón de Aquiles" para él; ó cualquiera que como en su caso, pudiera precisar del pretexto más vano para claudicar al fin.
Pero (inesperadamente), la emoción se apoderó de ambos. Después de varios meses de no verse, casi habían olvidado cómo hablarse.
— Hola, ¡vaya pero qué casualidad! -Exclamó asombrada-
— Ho- hola, Sí. - Atinó a contestar él- con un tono algo nervioso y sin quitarle los ojos de encima.
— Y bien, cómo has estado. Al parecer muy bien por lo que veo. - Continuó diciendo ella- mientras esbozaba una sonrisa.
— Bueno, sin lugar a dudas no tan bien como tú. Pero así son las cosas; se hace lo que se puede. -Agregó él, tajante-
Y antes de que ella pudiera objetar algo nuevo, rápidamente la interrumpió diciendo:
— Mira no quiero ser grocero, pero ya debo irme ó llegaré tarde a un compromiso importante. De cualquier modo me agradó verte.-
Ella atónita y sorprendida por la evidente situación, únicamente atinó a sonreír mientras asintió a prisa con la cabeza; le propinó un beso en la mejilla y lentamente se dispuso a tomar su camino de vuelta cuando...
De pronto sintió un fuerte tirón en el brazo y al instante una fuerte punzada eléctrica se extendía en el lado izquierdo por todo su pecho.
Sintió que se quemaba. Aún así y perpleja por lo que ocurría fatídicamente, expandió los ojos como pudo y con evidente horror; comprendió la escena:
Nunca creyó en las casualidades realmente. Y es que al parecer tenía la razón...
Se había "topado" con su "Príncipe azul" hacía ya poco más de un mes. Era todo lo que había anhelado siempre, ó al menos eso dejaba notar entre sus tantas conversaciones detrás del teclado. - Casi como si se conocieran de otras vidas-
Hoy por fin habían logrado concretar esa cita y aun a pesar de todas las demoras previas a su encuentro y a todos los supuestos imprevistos, ella no le dio importancia y accedió.
Llegó al lugar tan sólo un poco más temprano de lo acordado; pues era viernes y su jefe solía marcharse del trabajo horas antes de la salida habitual. (La oportunidad perfecta para que los ratones salgan de fiesta mientras el gato no está).
Razonablemente nerviosa, sin saber bien a bien que esperarse de aquel hombre misterioso que le agradaba tanto. Se dispuso a tomar asiento en la banca acordada de aquél emblemático y significativo lugar donde pactaron verse y entonces... Lo miró.
Sí, claro que era él. Estaba menos flaco que de costumbre, un poco desaliñado y con la barba un tanto crecida; pero no tenía duda alguna.
Asi que aunque temió acercarse al principio, decidió ir a saludar. Además pensó enseguida que si ella había logrado verlo, seguramente él también.
Sintió un latido estrepitoso por un instante. Ese mismo instante en el que abrió los ojos y lo miró cara a cara para encontrarse con aquellos ojos tristes, (los que antes solían mirarla con tanto amor). Ahora llenos de un desprecio infinito, de una ira implacable.
La había sujetado con fuerza para que no pudiera escaparse. -La conocía tan bien- (sabía que no se sometería sin antes luchar). Mientras con suma calma y frivolidad le dijo:
— ¡Ahora has de saber justamente lo que se siente! Escuchalo latir herido y desesperado sin que por eso obtenga piedad de mí ante su inminente dolor.—
Empuño con fuerza infalible el puñal que yacía entre su mano y la cortante herida. Recargando el peso de su cuerpo lo empujó con saña hasta hundirlo entero.
— Dime, es ahora cuando debo extirparlo ó es que...
Y así lo hizo, repetidamente sin conseguir mucho a cambio. Desesperado y frustrado por no conseguir nada, se sumergió un segundo entre sus recuerdos. Entonces lo entendió:
Buscaba venganza, justicia. Hacerla pagar por todo el daño acuñado en su fe, sus ilusiones y su buen amor mientras estuvieron juntos.
Ella lo era todo para él, lo supo desde el instante en que la conoció. Pero para ella él fue sólo un "jueguito travieso" sin más importancia. Así que en cuanto pudo le dio la estocada final a esa "relación":
"No somos, ni seremos nada, sólo ésto. Pero seamos amigos; y así será siempre, siempre que tú quieras". Esas fueron sus últimas palabras antes de partir.
Y es que... Nunca tuvo corazón. El que ahora confuso buscaba al pretender vaciarle las entrañas.
By.skM.I |