No son mudas las palabras,
te lo explico,
si haces un diagrama
en medio
un círculo
y de nuevo un diagrama,
otra vez el círculo,
diràs cualquiera rimpampante expresión.
Por eso es posible decir
que dentro del monte existe una planta fabulosa
Por eso es posible decir que una sensación invertida a la mitad, junta un cuerpo a otro
formando un nuevo ser
en medio.
Las palabras diseñan,
lo que tu voz a veces veta.
Que yo quiero hacerte el amor, sin que me veas.
Que yo te quiero besar, sin que lo sepas
que yo te quiero escribir, sin que me leas.
Que yo te quiero ver, para que tú lo hagas.
Las palabras pueden ubicarnos,
en espacios de encanto,
que saldrè por las noches a conversar con Luchito
que hoy me voy a patear una piedra
que hoy me muerdo el corazón escrutando el tuyo
que hoy me calmo abrazando ese libro.
Las palabras nos llevan
por surcos poblados,
deletreándo verbos, consonantes,
tíldes y malparados acentos,
lo que importa, es un desahogo exahústivo
de la exclamación, una mirada animosa,
confirmación en nuestra expresión
Las palabras son como Rosa,
esa gata peluda, malholiente y huraña,
Huraña como tu soledad,
o como la mía.
Las palabras invitan a conocerte
por cualquiera de las vias que cree
sea el mensaje mágico de la telepatía,
o las cartas que almaceno en un cuadernito cuadrado
de líneas rojas.
Las palabras no se extinguen al uso cotidiano
porque las lees, las recuerdas y quedan,
quedan,
quedan,
quedan,
así transcurren años luz,
y yo vuelva a mi jardincito marchitado
de mi casita,
en Herrera
del Perú. |