Sé que no es hora de dejarte de pensar,
Y pensarte no es nada difícil.
No es que la dificultad cambie la importancia,
Pero tú en mi mente más que todas mis cosas no deja de ser un problema, Lulú.
Sé que cualquier viernes podrás tener con quién compartir los mojitos en Le Comet,
Quizá de ahí suban al boulevard y pasen por unas crêpes de oeuf, poulet et fromage,
Quizá pasen con Pepe o talvez vayan a donde Luisa y Juancho, qué sé yo, Lulú.
Pero ¿por qué con alguien más, Lulú? ¿Qué hice yo?
Me acuerdo de tus pasos tan delicados como de princesa,
Caminabas como si el piso no te mereciera, Lulú.
Siempre tan linda y siempre tan tú,
Y claro, yo como un tarado brincando las grietas entre la banqueta siguiéndote el juego.
Sabes, desde entonces no puedo pisar ni las divisiones de la acera,
Es una obsesión más en mi lista de necesidades, como las manos limpias.
Yo sé que nunca entendiste mis obsesiones extrañas, creo que fue porque tú encabezabas la lista.
Lulú, ¿por qué te bajaste de la repisa si ahí eras toda mía?
Me la paso caminando por la casa, Lulú, haciendo piezas de memorias,
Todas cuidadosamente las acomodo en un placard mental nuestro.
Las escaleras, Lulú, el reto de subirlas todas,
Y tú misma, Luú, el reto de no perderte nunca.
Despierto y ahí está su huequito entre mi hombro y el colchón,
Tu almohada ya harta de mis soliloquios,
Y tu taza, Lulú, no está llena más que de te extraños.
Tu cepillo de dientes sigue ahí quietecito y paciente, esperando, como yo.
No he movido nada, Lulú, todos estamos firmes como soldados,
Despertamos cada mañana con el “quizás hoy” en la boca.
Me rehúso a dejar de ser un idealista por tu sin ti.
Me rehúso a ser un sin ti.
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