Sueño recurrente
"Dr. Philippe Morris - Psiquiatra" rezaba el cartelito en la puerta, pero Jorge Estévez no se fijó en él. Entró con prisa al consultorio para hablar con su amigo.
- !Hola, Jorge! ¿Y esas ojeras? Te veo cansado...
- Nada, Phil. Es que en las últimas tres semanas tengo un sueño recurrente que me está matando.
- Cuéntame ¿cómo es ese sueño?
- Siempre es lo mismo: voy caminando por una larga y oscura avenida y alguien me sigue. Cuando apuro el paso, él acelera; cuando me detengo, él también lo hace. Me vuelvo, aterrorizado, y no veo a nadie. Al rato soy yo el que estoy siguiendo a otro, y trato de alcanzarlo, pero cuando él voltea parece no verme. Es un sueño cíclico, interminable. Despierto angustiado y después ya no puedo conciliar el sueño.
- Entiendo...
El agudo psiquiatra ya se estaba formulando mentalmente una explicación, pero quiso antes hacer unas preguntas:
- Dime, Jorge ¿en tu trabajo recibes órdenes?
- Si, las del gerente.
- ¿Y das órdenes a otros?
- Sin duda: a la secretaria, al conserje.
- Y cuando te diriges en coche al trabajo ¿siempre hay otros automóviles delante y detrás de tí?
- ¡No sabes cómo es el tráfico a las ocho de la mañana!
- ¿Tu oficina es similar a las otras del edificio?
- Todas son iguales.
- Y dime ¿te vistes igual que tus colegas del trabajo?
- En realidad, sí. El saco y la corbata son obligatorios.
- Jorgito, ¿conoces a otras personas que se llamen Jorge?
- Mmm... por lo menos quince.
- ¡Lo sabía! -exclamó el psiquiatra, dando un manotazo a su escritorio-. Ese sueño tuyo no es sino un reclamo de tu propio inconsciente. Te está pidiendo una pizca de autenticidad, no ser más igual a los demás, seguir tu propio camino. Pero con estas pastillas vas a dormir mejor, no te preocupes...
Al año siguiente, el doctor Morris viajaba de vacaciones por algún camino campestre cuando se topó con su amigo Jorge. Lo encontró casi irreconocible: tenía la barba crecida y el pelo en los hombros, vestía camiseta y sandalias, y pintaba una bella escena bucólica sobre un lienzo. Parecía feliz, pero el pobre estaba económicamente arruinado. |