Lord Byron dice en “Don Juan”, que una mujer al amar
ama a su primer amante, y en los siguientes romances
su amor es por amar.
¿Pasó ésto en lo siguiente?
Es la historia de un fulano, hombre de la vieja guardia
quien se decía a si mismo: -Mientras la mente esté clara
y el corazón me palpita ¿Por qué no he yo de gozar
femenina compañía? Si tiene gracia y ardor
otra más conquistaría-
Viejo verde el de este cuento ¿Mas como se le ha de culpar?
Y así un día conoció, una linda mujercita
hermosa dama lejana, montaña y mar de por medio.
Se recobraba la bella, de personal decepción
vulnerable corazón, la moza quizás sentía
que el viejo la comprendería, segura por tal razón.
Se entregó la hermosa moza, al viejo con alma y cuerpo
Y éste le correspondía, mas quedaba medio muerto.
Al cabo de pocos días, aquel hombre ya la amaba
sus mensajes esperaba, como su diario sustento.
Las demandas de la niña, eran más día con día
hasta que el viejo pensó: -Al ritmo de esta relación
con este marcado paso, yo no lograré aguantar
Ni al Año Nuevo, si acaso.’.
Y se puso a cavilar: -A esta muchacho llevo
treinta años o cuarenta ¡Dios mío si por la edad
Podria ser padre o…. abuelo!’
Tal cosa quiso explicar, mas la joven así sentía,
que de nuevo en su vida, otro engaño ya sufría
Y así se lo hizo saber: -Ahora veo la verdad
me mentiste cual bellaco ¡Ojalá te parta un rayo!-
El viejo ya no sabía, como poder explicar
-Mira niña por favor, te quiero y te he de querer
con toda fibra en mi cuerpo, mas ya no soy el que fui
¡Ay Señor dame tu abrigo! Me remuerde la conciencia
te suplico ten paciencia, déjame ser simple amigo
de la edad la diferencia, es nuestro mayor castigo-
No respondió la muchacha y se dio la media vuelta
marchose con la frente en alto, como estrellas empujando
lágrimas en las mejillas, por la ira que sentía.

Ya aquel viejo no es el mismo, hoy camina por las calles
las manos en los bolsillos y la mirada extraviada
mirando pero no viendo, de día, tardes y de noche
su imagen lleva en la mente, si duerme sueña con ella
Y el despertar ¡Qué agonía!
Se pasea por barrancos, o camina en altos puentes
y tienen gran fascinación, ríos de fuertes corrientes.
Crece en su patio una planta, con semillas de ricino.
Son tantas las tentaciones, de posibles soluciones
¿Para qué quiere la vida, sin caricias de su amada,
ni siquiera una sonrisa?
“¿Quiénes sois Gloria y Amor, que jugáis en nuestras ramas
nunca anidando por siempre?”
Nos dice de nuevo Byron, en su famoso poema.
¿Es ésta la situación, que tiene que enfrentar el viejo?