Los caracoles suenan como rocas en el tobo enterrado en la arena, traje de buzo al lado. Con el torso descubierto paso el tiempo en la playa y el nylon de mi mano hacia el agua se alarga sin tensarse. El reflejo del sol saca brillos repentinos al movimiento suave de las olas. Viene el mar hacia la orilla y se retira con su ruido particular. Paz desarrollada en ese instante. La costa entera es generosa. Hay que tironear cuando muerdan. Los peces son un arte. Dejo los primeros mordiscos para la confianza. La mejor mordida es la que se ha de tirar con fuerza. ¡Uno grande! Se tensa el nylon. Mis pies desaparecen al llegar una ola. Me sobran energías para tirar con fuerza del nylon y avanzo. Con el agua al pecho tiemblo de alegría cuando descubro al mar frío y cambiante que como una mujer atrae en sus venas al pescador y lo confunde con su voz.