Impertinente, honesto, cortés
y dependiente del impulso,
fue por conciencia la que me llevó a sentirte
y encontrarte entre las ruinas del exilio,
y sí, reconozco que pensé que te quedarías,
reconozco que me has producido melancolía
y una sensación de vaciamiento en chaparrones.
Extrañaré tu distancia,
tu forma indiferente de ver la vida,
recordaré los clavos
que han perforado tus manos
creadoras del daño,
dulce y aliviante daño,
dulce y aliviante reparo de encontrarte.
Si me lo preguntas
mandaría tu existencia al diablo
pero no puedo,
me invade una irremediable tristeza
en el rumor de mis pestañas;
humedecidas y errantes,
tiritan de "algo" que ha de faltarles luego,
errantes de ver y abrirse
delante de un mundo punzante y nauseabundo,
sin cables a tierras,
sólo con un par de mediocres
y sueros en los dedos
(sí, como marionetas),
para el próximo diluvio de sueños
y si tengo intenciones de asfixiarlos
te pediré los cordones que llevas atados.
Idiota
(así te has definido),
si llego a encontrar algún elefante
(de color o en blanco & negro)
en el vendaval de este exilio
no te lo reservo
pero sin embargo,
alegaré tu agradable rostro
a ése recuerdo.
Se me rebalsan los ojos
en mediterráneos de cálidas sensaciones,
a veces siento frío y desintegración
y bueno,
la gente suele venir un día sin pre-aviso
e irse nuevamente
pero no,
el haberte regalado algo de mí
eso no se hace
y sabés a que me refiero,
mutilar, corromper y volver a armar como si nada,
estropear, alumbrar y dejarte entrar,
¿Cómo llamas a eso calma?
Siento miedo de haberte conocido,
siento náuseas de los días que vendrán,
siento paños en la frente
y acaso he preferido deformarme a tu lado,
¡Vete!
será lo mejor que harás para satisfacer a tu mente,
¡Vete!
tus manos te acompañaran por más que las niegues,
¡Vete!
si es que logras vivir
y conformarte con lo que tienes.
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