continuo su larga marcha por senderos, caminos , en paramos, trechos accidentados ,valles.....
hasta que en una pequeña colina encontró, un palacio, en la atardecer, desde sus anchas ventanales salia un luz esplendorosa,
en su ancha puerta estaba un hombre más bien pequeño de estatura, que regando una rosa,
con un ademan, el hombre de la rosa, en sus pequeñas manos lo saludo ,
muy amablemente,
preguntándole si necesitaba agua o alimentos,
este no respondió nada, hasta que en aquel instante salia hacia la puerta un hombre, de nobles gestos y indumentaria,
dando ordenes para que el viajero ,descansara,
este le agradeció humildemente su hospitalidad,
la cena ya estaba servida en a mesa,
el anciano noble se sentaba en la cabecera de este
macizo mueble, para la cena.
cuando el noble ponía su mano hacia abajo de la mesa, era para dejar caer, piel, huesos, y restos de pan, una mujer en silencio recibía la oferta del noble, con perspicacia y muy disimuladamente,
noto que la mujer estaba encadenada de una perna y una mano en los pies de la maciza mesa.
terminaron de cenar, le han ofrecido una habitación contigua a la sala de estar,
para que el hospede durmiera plácidamente,
al otro día el mayordomo sirvió leche, te de China, pan centeno con pasas y miel,
el noble antes de despedirse del humilde viajero,
le a mostrado una otra habitación,
de la cual, salia un olor, a sangre, la habitación era oscura, y en la puerta de entrada , pendía, un letrero tallado en piedra,
Aquí llegan y mueren los que hacen preguntas cuando cenan,
los que indagan por la mujer, que come debajo de la mesa,
entonces el noble le posa sus manos en los hombros del viajero,
y le dice con una voz tranquila,
tu eres un hombre inteligente, discreto y silencioso,
entonces continuo su marcha,
y el el empedrado camino se recordó del segundo consejo,
Nunca seas curioso...
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