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Puerta al infierno

Dos jóvenes habitaban una vieja casona ubicada en el centro de Estados Unidos, conocido como el corredor de tornados: Rachel, fervorosa practicante de la fe cristiana, educada, simpática y bondadosa, un ejemplo de virtuosismo, y su amiga Ashely, de quien Rachel tenía la plena convicción que estaba poseída por algún demonio.

El Padre Mahoney, un experimentado exorcista, preparado en la Pontificia Universidad Apostólica Regina, estaba autorizado por la Santa Sede a realizar estos ritos.

Frente al llamado desesperado de las jóvenes, no dudó en acudir. La repentina e incomprensible habilidad de entender otros lenguajes, la fuerza sobrehumana adquirida y la capacidad para adivinar la ubicación de objetos escondidos que mostró Ashely, fueron las premisas argumentadas para convencerlo, elementos suficientes para que el Padre albergara razonables sospechas de presencia satánica, aunque no determinantes aún.

En un refugio subterráneo de la casona se reunieron los tres. Tras los prolijos procedimientos de Mahoney, surgieron pálidas insinuaciones del ser demoníaco que terminaron por convencerlo.

Ordenó minuciosamente los elementos y las armas que utilizaría para librar la lucha contra el mal. En el medio de la amplia habitación bien alumbrada por las luces, colocó una gruesa colchoneta, cubrió una mesa con un mantel blanco, al frente de ella colgó un enorme crucifijo de madera, al fondo una imagen de un Pantocrátor iluminado, seis velas encendidas, agua y aceite benditos completaban los símbolos.

Preparándose para el ritual, hizo que Ashley se recostara boca arriba sobre la colchoneta con una imagen de la Virgen María entre las manos de frente al enorme Cristo crucificado, Rachel se hincó a los pies de la posesa armada con un rosario y una espada de San Miguel Arcángel, mientras que el Padre se ubicó a la cabecera de Ashley. El proceso se inició cuando Mahoney extendió su mano izquierda sobre el rostro, sosteniendo con la derecha un pequeño crucifijo y susurrando varias veces una plegaria ininteligible.

Tras un tiempo de breves minutos, repentinamente surgió el alarido desgarrador; no era humano. El Padre siguió rezando, los rugidos se sucedían cada vez más intensos y en mayor cantidad cuando inesperadamente un aparato de música reprodujo el final de la ópera “El ángel de fuego” de Prokofiev. Luego, hubo silencio.

Poco a poco el cuerpo de la joven empezó a estremecerse, luego se retorcía frenéticamente sin parar, el rugido se convirtió en un aullido altísimo y furioso, su rostro pálido lentamente se fue ajando hasta lucir como un viejo pergamino con profundos surcos, lobulosas venas azules jaspeaban la piel formando nudos vivientes, se movían por los ductos vasculares notándose cada vez más bultos que aumentaban de tamaño levantando la dermis, de aspecto parecían animales que buscaban salir.

Las manos empezaron a transformarse tomando forma de garras, y el cuerpo comenzó a elevarse. A punto de tocar el techo se arqueó hacia atrás hasta un grado imposible para un ser humano, después se estiró violentamente. Esto se repitió en cíclica secuencia como si procurara deshacerse del demonio o, el maligno intentaba extraer el alma. Ante estos hechos, era obvio que se desplegaba una lucha interna.

La escena provocó en Rachel una morbosa perturbación de los sentidos, el Padre arreció sus plegarias y exhortaciones:

-Señor, Todopoderoso, en el nombre de Jesús te pido mi liberación y la de los influenciados aquí del maligno en sus vidas. Libérame, Señor, libera a Ashley, separa al enemigo de mi vida, arrójalo fuera de mí, expúlsalo, Señor.

Volvieron a percibirse sonidos guturales, pero esta vez no fueron rugidos; de esa garganta surgió una voz cavernosa que retumbaba proclamando injurias en diferentes lenguas, algunas de origen extraño. Las palabras que sí fueron comprensibles resultaron las más terroríficas:

-¡Te esperaba, Mahoney!

Con dificultad el Padre sostenía el crucifijo en su extremidad y exhortó:

-Hic est dies (Este es el día).

-¡No! –se oyó con voz ronca.

Los labios de la supuesta poseída no se desplegaban.

-¡Abadón! Exi nunc! (¡Ángel de la Muerte! ¡Salid ahora!) -exigió el sacerdote.

-¡No!

-¿Por qué no quieres salir?

-Para servir de testimonioooo.

-¿Testimonio de qué?

-De que el mal y el bien ¡conviven!

El ambiente ya estaba denso, las lucen se apagaron, las velas también. En esa oscuridad que invadía la habitación subterránea brotaron dos ardientes brasas redondas que se desplazaban girando alrededor de los testigos, eran los ojos del mal.

La maldad misma había ganado, y se posó sobre el piso. Con una de sus garras arañó la pared, que después de encenderse las luces se había transformado en una piel viva, palpitante y sudorosa, las heridas sangrantes que provocó la garra se convirtió en una puerta que cuando la abrió, el lugar se impregnó de un aroma sulfúreo y lenguas de fuego con forma de látigos penetraron buscando más víctimas que devorar.

Cuando estaba a punto de cruzar ese umbral, Rachel se posicionó; blandió la espada de San Miguel y de una limpia estocada le atravesó el pecho.

La puerta se esfumó y el cuerpo de Mahoney se desvaneció sin vida.

Rachel, frágil, con el rostro lívido, matizado por el rubor aureleado de candidez santificada, giró su rostro buscando a su amiga.

Ashley había permanecido impávida durante la transformación del exorcista, y fue entonces cuando le dijo a Rachel, suspirando aliviada, mientras se oía el rasgar sobre la áspera pared en la cual se abrió una puerta al infierno…

-Liberé al refugio y al Padre Mahoney de la maligna posesión.



Texto agregado el 14-10-2012, y leído por 618 visitantes. (28 votos)


Lectores Opinan
03-01-2014 Tengo la cabeza bastante contaminada por diversas cintas en las que se relatan o se ven exorcismos (la última creo recordar que fue "Constantine"). Fui capaz de ver la escena en que se abrió la puerta. Es espeluznante. ikalinen
28-06-2013 Yo solo sé que te leo y puedo sentir todo lo que se proyecta aquí, incluso tuve miedo en algún momento.***** Solo_Agua
27-06-2013 Hay un enfrentamiento en que los personajes son llevados un poco más allá del límite, todo esto con el fin de revelar un argumento en que por lo general se enfrentan la ficción y la realidad, para fundirse de una forma verosímil, esto último es lo que más me sorprende, la capacidad natural de unir estas dos partes sin afectar la realidad. ciertascosas
05-05-2013 Escalofriante. Siempre he oído que la realidad supera la ficción... ¿pero en qué sentido, en qué dirección? stracciatella
19-04-2013 Dualidad, el Mal y el Bien conviven una reflexión en tu texto que bien cierta es. El relato sin querer me lleva a pensar en la magnífica película "El exorcita". No desmerece en nada a un buen guión cinematográfico. Tu narración es fluida, y con buen manejo del lenguaje. Mis 5 Enyd
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