Seguí mi embarcación hacia un territorio desconocido; preferí ser un naúfrago que acompañar al resto de mi tripulacion, cada uno de ellos se hacia pasar por amigo.
Era la configuración perfecta de la plena ironia que cada dia sentia.
Vi el mar pero no lo observe, mire como la bruma del océano se despejaba de a poco,acomplejaba mis sentidos pero no los invadia totalmente.
Quize saltar al mar, darle un fin a mi embarcación, salte pero no caí; un simple roze del viento, un simple toque de cordura que salvo mi caída, que salvo mi vida, el humilde roze que moldeo mi vida.
Dios, tomo mi alma, la abrazo, se acogió, la arregló para luego devolvermela, sin ella no podría pensar ni actuar debidamente.
Decidí por fin, embarcarme hacia mi hogar.De la nada misma, de ese profundo espacio del mar, un sensible instinto me hizo ver la salida, mi hogar, mi lugar y mi espacio; no podia continuar con esa pesadilla. |