REFLEXION EN EL DIA DE LA HISPANIDAD
Hoy, doce de octubre, día de la Hispanidad, se me ha venido a la cabeza una pregunta: ¿Qué es España? No se trata de profundizar en la Historia para lo que no estoy preparado, sino de analizar qué siento cuando digo que soy español.
Casi sin darme cuenta, el pensamiento me conduce, volando, a una institución sociológica (la familia), a una realidad geográfica (el Ebro) y a una figura religiosa (la Virgen María), en este último caso con independencia de las creencias de cada cual.
La familia es una estructura que se superpone a sus miembros, que aúna los esfuerzos de todos para conseguir unos fines que son casi naturales: la supervivencia de la especie, la felicidad de quienes la componen, la defensa frente al exterior, la solidaridad para con los débiles del grupo..etc. Por algo es la institución más valorada por los ciudadanos.
Es cierto que hay hijos que rompen las “cadenas” con su entorno familiar, hermanos que discuten por una herencia o por un puesto preeminente en la empresa, parejas que ya no pueden vivir juntas y se separan; pero , normalmente y salvo casos patológicos, nadie pondrá en duda lo que ese formar parte del núcleo familiar significa o ha significado en su vida.
El Ebro , nuestro río por excelencia, desemboca en Tortosa con un enorme caudal; pero ha venido nutriéndose de las aportaciones de todos sus afluentes por todos los territorios por donde discurre. Los políticos hasta han querido trocearlo en los Estatutos de Autonomía, haciendo partes de lo que es uno por naturaleza. ¿Dónde queda la solidaridad? Si cada territorio o comunidad , por intereses egoístas, taponara con una presa las aguas que acaban en el Ebro, el Ebro dejaría de existir.
La Virgen , ya sea la Moreneta, la del Rocío , la de la Almudena , del Pino, en fin en todas sus advocaciones, genera en los fieles un sentimiento de fervor que es común y distinto al mismo tiempo. Todos quieren a la Virgen y a “su” Virgen.
Y vuelvo al principio. La historia, a veces cruel cuando tachona su marcha de guerras y represión, a veces benévola y gratificante cuando la quiebra de las fronteras ha traído prosperidad, nos ha llevado juntos hasta aquí.
Por qué , cuando conocemos a un inglés, a un americano, a un brasileño, a un japonés, a un alemán, aparece en la conversación como inevitable una pregunta naturalmente hecha en ingles: ¿eres español?
¿Qué ven , mirándonos desde fuera, que nos identifica como españoles? Algo en común tendremos, que nosotros (o muchos de nosotros) no somos capaces de ver ni de valorar.
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