La mentira, esa hostil, resentida e inevitable daga que vamos paseando, mostrando y clavando a quienes más anhelamos, a quienes más sienten, a quienes más esperan. Maldita inventora, sobria, va pegándose a las manos, a las bocas, a las palabras y a la existencia de las personas como sanguijuela joven. Y consume, y se chupa toda la sangre y te hace dudar, aborrecer, te transforma, te hace odiar, vacilar y no te deja respirar. Te retuerce el alma y te pide más.
Nunca tiene saciedad, siempre va por más. Y hiere, molesta, rompe, congela y desgarra así no más comprando y vendiendo risas a los demás.
De huésped en huésped entra, seduce, envicia, carcome, te abre la sien con una gillette y penetra, no la podés sacar, te desespera y querés echarla pero ella quiere más.
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