Caminaba somnolienta, medio mareada por el humo de aquel cigarrillo barato.
- No vuelvo a comprar cigarrillos sin filtro- pensó.
En su país hacía años no los vendían, y en ese lugar de cientos de metros de altura los vendían en casi todos lados.
Siguió subiendo y sentía como el peso de su mochila recaía en sus delgadas piernas, un metro mas y caía, estaba segura de ello.
Al fin llegó a la pensión, un tanto mas barata de lo que ella creía.
- En esta situación, se agradece la economía de su país - le comentó a la encargada de cobrar, quien no hacía mas que eso y que pareció no entender lo que ella quería decir.
Esperando que alguien la acompañara a su habitación se quedó de pie, al tiempo de unos minutos se dio cuenta que nadie la acompañaría, ya que le habían alcanzado las llaves y con un gesto tanto egoísta le apuntaron hacia donde debía caminar.
Anduvo un par de metros, bajó una escalera algo extraña y entró, dos piezas, separadas apenas por una puerta compartida, se tiró en la cama, dos días viajando agradecían llegar a este lugar, prendió un pitillo de la yerba mas fina del lugar, lo aspiró y lo pasó, recién caía en la compañía que tenía junto a ella, dos amigos y su novio, y entendió todo nuevamente.
Una vez en el baño, sacó la prueba - si sale positivo será este el viaje mas largo de mi vida - puso la orina e el test y al paso de un minuto apareció la primera linea.
- Una es negativo, dos son positivo - se dijo. Encendió otro de sus repugnantes cigarrillos, y, mientras esparcía el humo por la ventana, se asomaba la segunda linea.
-Mierda- ya hablaba en voz alta. No lloró, no sonrió, no sintió nada, miedo quizás.
Salió de la pensión y se dirigió a la botica que estaba justo al lado.
-¿Misopostrol? preguntó.
Se cerraron puertas, ventanas y hasta ojos.
-10 pesos cada una le respondieron-
Sus ojos llenos de lágrimas delataban la angustia que justo en ese momento la llegó a embargar, se tocó la panza y dijo:
-Solo preguntaba- y salió.
Han pasado diez años desde ese día, que aun recuerda como algo nítido en su memoria, estaría en el viejo mundo quizás, o viajando por su querida Sudamérica, pero está aquí, en el anfiteatro mas aburrido del mundo, con los mismos piercings que tenía hace diez años, el mismo tatuaje, el mismo novio, escuchando el concierto de un niño que no existía hace diez años.