Miro y miro el teléfono, mientras él, sabiéndose dueño de mi angustia simplemente hace caso omiso a mis ilusiones.

¿Y yo?

Descubro mil fantasías en mi mente que recrean mil y unas situaciones que a la vez reproducen en mi cara una sonrisa que se muta inevitablemente en un sonora carcajada. Poco rato después miro a mi alrededor por si alguien me ha visto, descubriendo el peor de mis temores... Si, si me han visto y esa persona sonríe al verme abrumado.

Bajo la mirada y vuelvo a mirar el maldito teléfono sin sentimientos y descubro que no reacciona a mi locura, sigue inmutable, como si se tratara del protagonista de una película bélica y le acabara de estallar una bomba justo al lado, como si la imagen de la pantalla se quedara en silencio haciéndonos entender que el actor famosillo de turno se hubiera quedado por unos instantes completamente sordo por culpa de la explosión, sin nada que responder porque simplemente no puede recibir…

Y pienso,

Que demonios hago prestando atención a algo que no siente, no disfruta, no ríe, no llora y encima no me puede firmar un autógrafo como el actor de la dichosa película.

Y decido,

Ehh!! Amigo, ¿nos tomamos una cerveza?....