Llegón con el alba. Corrió hasta la plaza y colocó el tenderete.
Cada día se cansaba más y le dolían las piernas.
Las encías de leopoardo, rosas, dejaban ver unos dientes muy blancos, y unos labios rojos que pedían ser besados; pero estaban llenos de pupas, que tapaba el carmín. ¡Maldito herpes! Ya no podré volver a besarla jamás, salvo que la pócima funcione.
Texto agregado el 10-10-2012, y leído por 96
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Lectores Opinan
11-10-2012
Un cuento surrealista. ilogico
10-10-2012
DEBE SER QUE ESTOY ESPESA....EL CADAVER QUIEN ES? EL LEOPARDO?, ELLA QUIEN ES? EL/LA DEL DOLOR DE PIERNAS QUIEN ES?
TAL VEZ EN UN TEXTO TAN CORTO HAY GENTE EN ABUDANCIA, POR TODO LO DEMÁS EL TEXTO MUY BUENO ELISATAB
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