Sos un nueve -te dije. Te me quedaste mirando y te expliquè que me
referìa a aquella película que vimos un par de noches atrás.
Un nueve… què loca teoría… clasificar a los seres con números y a
Dios, con el diez.
Y aunque yo no me sienta màs que un siete, ni jamàs me haya molestado
en tener una nota mejor, vos sos nueve por donde te mire, casi
perfecto, casi etéreo, con un poco de Dios asomando por tus ojos y las
manos cargadas de caricias.
Y por què vos te das un siete…?- preguntàs entre inocente y pìcaro. Y
me rìo y callo, me hago la tonta, me sale bien. Sos humilde -decís, ya
rodeándome con tu largo brazo y dispuesto a jugar el otro juego, ese
que empieza con risas, cosquillas y mordiscos. Y volvès a preguntar
por què, y yo dejo escapar varias carcajadas, esquivando tus besos y
tus manos mientras devuelvo los pequeños pellizcos y arrebato tu
almohada...quizà para distraerte y que ya no cuestiones nada y no te
enteres, ni te des cuenta, y sòlo disfrutes, como siempre, y que mi
nùmero siete parezca de vez en cuando un ocho y algunas pocas veces,
por efecto de alguna alquimia, un cosmético afeite, o quizá una
ilusión òptica… un nueve… |