En aquel tiempo Cucho era el abusador de turno, compañero de la Etic 100, la escuela de los progresistas triunfadores al norte de la ciudad, y yo que vivía al sur de la ciudad, tomaba el camión urbano y una buena marcha para llegar a la guerra, ahí estaba yo con todos los hijos de influyentes y grandes empresarios, todos en una carrera de aprendizaje y respeto por los maestros, pero yo no estaba en esa carrera, no me importaban las clases, ya tenia bastantes problemas con la TV, Atari, mis compañeritas y Cucho.
Cucho era un mestizo moreno regordete, de los altos, de aspecto austero, cejudo, tosco, era buen alumno en clase, pero en el recreo era un cabrón, se aprovechaba de los mas enclenques con su inmortal frase “Que traes Culero” acompañado de una andanada de derechazos dirigidos al hombro, al primero fue al Vampi era el más humilde del salón, venia de la colonia industrial, mal vestido, no se bañaba, era un buen estudiante para los maestros, los compañeros y mas las compañeritas lo ignoraban, Vampi no duro ni un día de martirio lo observé Llorando en el primer ataque, daba tanta pena, verlo llorando, Vampi lo amenazo con ir con el director, ¡Que marica¡ pensé yo sobre Vampi, aunque te estén vapuleando no puedes ir con el chisme a los Maestros eso es traición. Al siguiente día agarro a Granados, un buen muchacho flaquito y pequeñín, a los dos días de malos tratos llego el hermano a quejarse con Cucho, no conocí los destalles pero lo dejo en paz, otro chismoso más, siguió con Tontoya era uno de mis amigos allegados, al primer diablazo en clase levanto la mano como las niñas a quejarse con el maestro de mecánica quien le puso una reprimenda verbal a Cucho
-Joven si viene usted a buscar pleito, mejor vallase de aquí, aquí no queremos peleoneros aquí se viene aprender sobre mecánica, nos vamos a ensuciar, pero no somos animales venimos a educarnos! Mi amigo había roto contra todos los códigos de honor del estudiante según yo, doctrina inculcada por hermanos, primos y demás generaciones del barrio, Cucho siguió con otros chavos de la escuela en especial de otros salones, llevaba buena amistad, agarrábamos cura de todo, hasta que un día me dice “Que traes culero” con su metralla de golpes al hombro, llegaba el dolor como un trueno, hasta que te adormecía el hombro, pero al día siguiente era cuando en verdad dolía, pues nada aguantarme, lo mas extraño es que las palizas eran siempre en el hombro derecho, los fines de semana eran días descanso era gloriosos. En segundo año fue el mas rudo, en el taller de mecánica nos dividieron así que los lunes salíamos tres horas antes por lo que Cucho me secuestraba, nos íbamos a su casa, vivía por la escuela, su casa era en una colonia de clase media, de trabajadores del Estado, siempre estaba la casa sola, desarreglada como si el viviese solo, pero no podría preguntarle nada de eso pudiese ofender. Siguieron los golpes, un día estábamos en su casa y me dijo, muy quitado de la pena que si me hacia una mamada y yo a el, tenia una mirada extraña, me quede extrañado, y luego luego soltó su lema “Que traes Culero” con su chingazo! ;
Siguieron los golpes, una vez me estaba martirizando en la parada del camión, que tal estaría la masacre, que un universitario se acerco y me pregunto-¿Te esta molestando este cabrón? Cuando me pregunto sentí ganas de llorar gritar acusarlo, pero me trague todo eso y no podía hablar le decía –No me hace nada, estoy bien, lo repetí varias veces por que se entrecortaba mi vos, pero el buen samaritano reprimió a Cucho, después de irse el defensor me espero una buena golpiza ya no recuerdo que paso
Fue en tercer año, un sábado que fuimos a jugar FUT los del salón, al terminar el juego iba yo y Cucho para su casa, en eso llega un chavo mas grande que nosotros un pecoso, de piel cobriza, medio pelirrojo amenazándolo sobre un casete de atari que le perdió, con las puras amenazas Cucho lloro como una niña, me dio tanta lastima verlo con los lagrimones, despeinado, indefenso, desde ahí ya nunca me molesto. Nuestra autoridad es nuestra propia conciencia.
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