Nueva Zelandia
Calle abajo vivía el Sr. Gómez, quien le apodaban el mote de “Nueva Zelandia”, su casa se encontraba en una esquina, la cual estaba copada por arbustos de laurel, lo que no permitía ver su fachada, era de color blanco pero se había convertido en color gris por el tiempo. No había timbre, se tenia que tocar con una llave, la puerta era de lamina casi siempre Mr. Gómez se encontraba hasta el fondo, en eso se abrió la puerta, una ventisca podrida se escapo del interior y ahí estaba un hombre alto de aproximadamente cincuenta y tantos años, su cara le daba un parecido al presidente Nixon, pero con inicios de calvicie frontal, y unas orejas largas de unos diez centímetros de largo, de complexión robusta y de aspecto severo, camisa blanca, pantalón de vestir y zapato bostoniano, íbamos varios amigos del barrio, le preguntamos - ¿usted vende conejos?
Contesto –si pero no vendo a cualquiera, luego vienen sus padres a devolverlos y quieren el dinero hasta piden más, he tenido muchos problemas.
Seguía la discusión hasta que lo convencimos que nos vendiera uno, nos invito a pasar a ver los conejos, pasabas por un pasillo muy grande lleno de basura, acetatos de música de los sesentas muebles roídos, periódicos jaulas y el olor era nauseabundo a los lados se miraba una ventana que daba a un patio y unas escaleras de madera que llevaban a la azotea del otro lado se miraban cuartos oscuros, terminado el inmenso zaguán llegábamos a lo que fue la cocina que era toda un revestimiento de grasa y tierra dándole un aspecto de color oxido tanto mesa sillas y todo lo que se encontraba en ese cuarto, y llegábamos al patio que era de un tamaño grande, toda una aldea Conil, conejos por todos lados en el suelo en jaulas de todo tipo, de madera, de lamina de tela de alambre, etc. Cientos de conejos de todas las razas, colores, hasta conejos silvestres, liebres carroñeras que por cierto se morían a los dos días de cautiverio, yo y mis amigos estábamos encantados con los gazapos, y Nueva Zelandia muy cortes y enérgico nos explicaba sobre las razas de los conejos su favorita eran los “Nueva Zelandia” blancos de ojos colorados, había California, Chinchillas, Piruletas, Satinados, etc. Por lo que le adquirimos cada uno un conejo.
Así iniciamos la crianza de conejos, con frecuencia íbamos con el Sr., Gómez quien nos platicaba muy amable y con mucha disciplina del mundo de los conejos, sabia historias maravillosas de los gazapos había conejos buenos, heroicos, asesinos, maricas, cabrones, verdes, enanos toda una sociedad y seguíamos comprando. Los vecinos nos decían que Nueva Zelandia era un tipo amargado, que odiaba a la humanidad, que su esposa lo había abandonado y se había llevado a sus hijos sin decirle nada, que era un hombre de profesión un ingeniero muy prominente y que tenia una vida asegurada, pero un mal día en una fiesta en su casa paso algo y la mujer lo abandono llevándose a sus hijos sin decir nada, mis amigos y yo nos sorprendíamos en su manera de vivir y hacíamos algunos chascarrillos sobre su cocina, pero el tipo era muy atento y agradable con nosotros, parecía que éramos los únicos de la colonia que teníamos amistad con el, los chavales de su cuadra lo odiaban le hacían maldades a su hogar como romper vidrios o rayar la casa, creo que era lo que les inculcaban sus mayores a odiar a Nueva Zelandia me imagino.
En unos meses mi patio estaba infestado de conejos, ya había perdido la cuenta, comenzaron los problemas en casa no recuerdo como desaparecieron creo que se los llevaron a un rancho, fue doloroso, eran tiempos raros, mucha política en las calles, políticos mesiánicos, mirabas a la gente rezando al eterno antes del mitin, los candidatos se acompañaban de santurrones y oraban junto con el pueblo antes de discurso, eran los ochentas el inicio de la revolución chicana.
Nueva Zelandia era un hombre Severo.
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