En ocasiones, por la noche,
un brillo me ilumina.
Aviva los instantes
poblados de cenizas.
A solas, sin mi sombra,
me observo a mi mismo.
Desarmo las estructuras
de hastío y de rutina.
Destrozo la coraza,
y busco la semilla.
Desoigo aquellas voces
que detoné con ira.
Reniego de aquel gesto,
que dolió como herida.
Sepulto las palabras
y su filo de espinas.
El odio, los amores,
parecen de otra orilla.
La noche así acerca
un poco de fe perdida.
Agiganta los latidos,
aminora mis heridas.