Sin más, amanece
con sombría luz de enredaderas;
Un amanecer silente
como mis manos perecederas.

Sueño con sueños de animales
que sueñan cosas bellas,
bajo una cúpula de cristales
que anida en mi cabeza.

Ahora, que todo ha sido
y no queda más que espera,
paso mi tiempo dirimido
por si viví una vida entera.

Añoro el sol y la luna,
tu voz, al viento y la marea
y recuerdo que un día estuve vivo,
que anduve por la tierra.

Envidio la total negrura,
como el que envidia la tristeza;
Mientras, duermo en mi casa oscura:

Lápida dura y fría, hiedra por esquela.