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Hoy desperté con una sensación extraña en mí. Me quedé quieta y me sorprendí al ver que apenas unos pequeños rayos de sol se dejaban ver. Hace tiempo que no despertaba tan temprano... aún así, me levanté y abrí la ventana, el día ya dejaba ver que la primavera jugaría nuevamente a las escondidas entre los árboles, flores y plantas... El cielo, gris me mostraba que sería un día de lluvia, retrocediendo así a la temporada pasada.
Pero no era eso lo que hacía me sintiera extraña. Volví a la cama dejando que una suave brisa un tanto fría, por las cortinas se deslizara; Quizás el aire mañanero refrescando mi rostro y paséandose por la habitación, podría lograr que yo descubriera que me pasaba.
Me recosté y mi mirada se clavó en el techo... pensé en una y mil cosas sin encontrar respuestas.
Quería relajarme y dejar de sentir lo que oprimía mi pecho, que me invita a llorar y a sonreir, a buscar y a olvidar, a despertar y a soñar... y en esto último me detuve… ¡sí! , quiero soñar, viajar a momentos o lugares que me hagan sentir bien, que provoquen en mí placer, que aquieten mi corazón y ordenen mi alma.
Entonces, comencé a viajar, sin cerrar mis ojos, el techo blanco me sirvió de pantalla y busqué y busqué…
Y casi, como una oración de ruego, de súplica... comencé a imaginar lo que me podría - como otras veces - ayudar. Imágenes, sentimientos, lugares comenzaron a brotar de mi mente y me dejé llevar…
En instantes, como en un orden de tiempo, de espacio se enumeraron con facilidad y comencé a disfrutar, me sumí en los siguientes sueños y deseos… :
1.- Las olas llegando a la orilla de la playa en un ir y venir hasta que el borde de ellas casi sin fuerzas, se arrastran sobre la arena y como suave espuma, tibia y placentera rozan mis pies descalzos, cosquilleando, provocando...
Mis ojos se maravillan al levantar la mirada y contemplar un sol que se marcha, que se pierde entre las aguas, su color rojo anaranjado que cubre el espacio, se mezcla con el intenso azul del agua, mientras su reflejo brilla e ilumina hasta el centro de mi alma.
Y el sonido de las olas grandes abrazando con ímpetú las rocas, como si en cada golpe quisieran gritarle al mundo que son apasionados amantes que todo lo soportan.
Y en medio de la algarabía de gaviotas distantes, la noche comienza a entrar orgullosa, triunfante… como si la vida recién ahora comenzara a surgir; Trae consigo la luna, estrellas, la brisa marina y un suspiro ¿enamorado? que de mi pecho se ha escapado.
Continúa... |