Fue una pequeña semilla, digo mi abuelo que fue cayendo desde el aire, esta fue la expresión hablada de su relato
estas palabras salieron de el; cuando yo apenas tenia
siete años.
Mi abuelo vivía en una casa de campo del pueblo de Palmilla,
su casa era patronal, sin ser patrón.
fue en el año 1960,
estaba el sol ya viajando hacia un otro horizonte,
Juan ven aquí; quiero mostrarte algo,
este frondoso árbol lo planto mi abuelo,
hace ya muchos años,
cuando era yo un poco más niño que tu,
de una semilla que callo del cielo.
El gigante Nogal cubría con sombras,
la casa y el camino, por donde las carretas pasaban, llevando, maíz, papas, cebollas, en tiempos de cosechas,
Su tupida barba contrastaba con el polvo que levantaba el aire,
sus viejas y cansadas manos,
tocaban su pelo blanco,
mientras caminábamos en dirección al río Tinguiririca.
Paramos para comer dos duraznos que apenas cabían en mis manos,
Y me digo mirando el cielo,
con una expresión mesiánica y profética,
tendrás los arboles en tus caminos, como hoy ellos serán tus amigos, antes de cortarlos,
pedirás al gran creador de arboles que te protejan tus mano,
de allí de estos árboles; saldrán casas, embarcaciones, platos, cucharas,
en nuestro regreso la silueta del viejo Nogal, me era espectable con sus formas y ramas.
Regrese a mi pueblo natal de Doñihue,
donde vivió mi padre
y fui creando en mi mente la manera de saber más de los arboles,
entonces, hable con mi padre,
poniendo interés sobre la madera,
Mi padre tomo un pedazo de roble,con su navaja domestica,
comenzando ha tallar un ave, una torcaza,
un caballo un burro,
ha cada faceta de su trabajo, me la daba para que yo la tomara en mis manos:
Al finalizarla, me la dio, entre mis dos pequeños cuencas de mis manos,
y me digo con su voz,
precisa no, lo dejes que pase frió,
paso el tiempo, mi madre y mi hermano menor y yo; nos mudamos hacia el extremo norte del país,
hacia el puerto portuario y pesquero de Iquique en el norte grande,
la torcaza viajo conmigo en el largo viaje de un tren,
cuando justamente cumplía diez años me atreví hacer mi primer caballo de madera,
tome un viejo formón,
lo tome con mi mano derecha, puse la pieza de madera contra mi pecho, que me sirvió de mesa improvisada.
Entre gestos de fuerza y entusiasmos me fui convirtiendo en amigo de la madera,
Hasta hoy....
Juan_Poeta
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