En la calle sexta se encuentra postrado Tabo alias la Boa recargado en un poste, zapatitos mocasín flexi, pantalón de mezclilla azul ya blanquecino y una playera color verde, de aproximadamente cincuenta años, cabello negro crespo entre canas que le trazan una franja blanca, pómulos ralos ojos grandes con pupilas grisáceas como anciano, cacarizo por el acné, alto delgado de ahí cobro el nombre de la boa, su caminar se asemeja al de un anciano, un veraneo etílico permanente, los vecinos atrincherados de sus casas le observan por ventanas y postigos, se cabrean al mirarlo beber su charanda con sus acompañantes de turno el Lochis y el Rulas.
La Boa pasa el día desde su esquina, misma esquina donde varias décadas fue acusado de satanismo y homicidio, por parte del Estado. Un Estado enfermo que necesitaba a un chivo expiatorio, la mafia local había iniciado el changarro de secuestro y prostitución y algunos encarguitos habían escapado de sus manos, Aquel día lo torció la judicial del estado, el Chicharrón y el Borunda dos sujetos a quien le dieron la tarea de capturar al asesino de Avalos, aparecían menores muertas y ultrajadas en lo que era el antiguo barrio de avalos.
Los medios de comunicación se dieron a la labor de crear una amenaza imaginaria, el pánico se expandió por toda la ciudad, se crearon muchas leyendas, era muy común que en las tertulias algún adulto comentase que vio a un fantasma, un grito en la noche, las autoridades solo recomendaban que no salieran de noche, las organizaciones religiosas nunca habían recibido tantos jóvenes en sus instituciones, el temor se ventilaba en el aire.
Un vecino de la Boa, de Nombre Ambrosio alias Bocho, quien era un sacristán de la iglesia de Nuestra Señora de la soledad, era un querubín afeminado, quien había sido agredido por unos cholos de la Colonia Dale, para quitar le lo putito según el pandillero líder, mismo que fue hospitalizado por unos días, con varias fracturas. Bocho sentía atracción por el hermano de la boa
Enrique que era mayor y muy serio un buen estudiante, igual que la boa le gustaban las matemáticas y el dibujo, quería estudiar de ingeniero aéreo. Bochito miraba las playeras que traía la Boa de claveras algo que le aterraba, un día Bocho no pudo dormir por que se escuchaba la música del demonio que tenía la boa, que por cierto era Judas Priest.
Bochito llamo desde un teléfono publico ubicado en el parque Lerdo Diciendo que “Los Satánicos asesinos son de la colonia Santa Rosa y ayer mataron a un bebe para entregarlo al diablo se juntan en la calle sexta y Aráquida. Los agentes solo capturaron a la Boa, lo dieron por resuelto el caso que había confesado, todos los crímenes, la familia de la Boa se tubo que ir a la ciudad fronteriza por que las hordas eufóricas llegaban a su casa a echar agua bendita y otras locuras como la de un candidato a diputado del sector del partido de derecha ha hacer un mitin y misa afuera de la casa de la Boa, como también estuvo a punto de ser linchado en el penal por los mismos reos, las iglesias seguían repuntando fieles jóvenes a sus filas, los medios de comunicación hicieron su agosto, la mafia local se estaba internacionalizando con sus embajadas en todo el globo terráqueo.
Ocho años duro su juicio y al final le dijo el magistrado, usted no es culpable el Estado se disculpa.
En su esquina de la calle sexta la Boa mira a unos jóvenes metaleros inofensivos, amables y medrosos, con rumbo a la Iglesia De la Soledad |