Una noche más acompañada del espacio que antes solía ocupar tu cuerpo.
Un nuevo amanecer, triste, oscuro, gris de día soleado.
De cantar de pájaros, de chicharras anunciando el verano, después de una primavera que pasó desapercibida aun tan bella como siempre, pero deslucida.
El despertar lento de días inacabables, de nuevo no he podido dormir culpa de aquel perro que justo ladra cuando tu recuerdo se asoma en mi primer sueño.
La rutina pesada, nuevamente ver mi rostro en el espejo más cansado que la noche anterior, más apagado, y la mirada triste y sin brillo… y si… una arruga… un granito… y una expresión que hacen que aquella arruga y ese granito no sean lo peor que me devuelve el espejo.
Y recuerdo haber leído “entre qué gentes, diciendo qué palabras” y me pregunto dónde estarás, si acaso piensas como yo que podría haber sido no solo real sino maravilloso. Pero el espacio vacío que antes solía ocupar tu cuerpo me dice que no… Y la falta de llamadas, mensajes de texto, e-mails, cartas, telegramas, palomas mensajeras, señales de humo lo confirman día tras día.
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