Ayer fui a una celebración.
Fue en una casa muy preciada para mí. El colegio
Un encuentro muy fuerte, con caras históricas, colores, sonidos y olores conocidos . Sensaciones antiguas, pero no por eso displacenteras, todo lo contrario.
La misa, en la capilla tan igual, tan estable, cotidiana, fué generosa. Nos llenó de fraternidad, de emoción, de La Palabra certificadora de que nuestra vida tuvo y tiene una misión, una comunión.
Luego en el salón de actos mítico, el festejo. La Fiesta. Todo preparado, las mesas, el bufet y el infaltable vídeo de las promociones del 70. Fotos, risas, recuerdos y la música.
Música que nos identificaba y que coreábamos a viva voz. Reconozco que cuando pusieron "Y Rasguña las piedras" de Sui Generis se me hizo un nudo en la garganta y casi no la pude cantar. No olvidemos que somos jóvenes del 70, década difícil de deglutir...
y sentí tan profundo todo lo vivido que tuve una sensación ambivalente, orgullo y dolor...
Pero miré a las caras más cercanas que tenía y me sentí fuerte. Me dije -no estoy sola, hemos llegado hasta aquí y podemos mucho más.
Gracias amigas a todas, por haber formado parte de mi historia. Y por haber compartido esta fiesta de graduados de la vida. |