Hice algo habitual, andar alrededor de diez kilómetros y volver con el Metro. El vagón estaba lleno, me apalanque cogido a una barra. El vagón empezó a moverse...
-¡Oiga, quiere sentarse! – Si, se dirigían a mí. Era una muchachita de unos dieciséis años que por lo que se ve, en su proceso de enseñanza, le habían dicho “cederás el asiento a los ancianos” Y el anciano era yo. Lo primero que pensé es: ¡será jodida la educada! Pero solo fue un fugaz y efímero pensamiento, lo juro por el Niñito Jesús de Praga.
-No, muchas gracias –le conteste con mi sonrisa más amplia. Seguro que me sonrojé. Sé que todos los de mi alrededor me miraban, evaluando el grado de ancianidad.
Me estire todo lo que pude, metí estomago y compuse la figura más gallarda de la que fui capaz.
Por un momento estuve tentado de dar una explicación a todos los del vagón. Les diría:
-Antes que nada agradecer la acción tan educada de esta muchacha que sin fijarse excesivamente, me ha cedido gentilmente su asiento. Pero como pueden ver, no soy un anciano, soy una persona algo mayor, que por cierto vengo de andar quince kilómetros -aquí exagero un poco para dar más énfasis a mi aseveración- Además vengo de recoger un análisis y estoy casi normal en el PSA prostático. Mi carácter es del de una persona algo madura, pero para nada de abuelo Cebolleta. Voy dos días al gimnasio y el resto de la semana me dedico a andar. Estoy en plena forma, además mis hormonas sexuales me responden a la perfección. Precisamente momentos antes de la ocurrencia de esta educada muchachita, estaba mirándole el busto a esta escultural señorita que tengo a mi lado- mirada seductora- Y no les hago el pino porque no hay sitio.
Por supuesto no dije nada de esto. Continué erguido y metiendo barriga, hasta que me canse y volví a mi posición habitual, encorvado, con la barriga en su posición y mirando al infinito (que es lo que hago cuando pienso) Yo no me siento un abuelo, aunque lo soy con mis cinco nietos. Y es verdad ando mucho, después me duelen las rodillas, pero ando. Y el análisis de la próstata casi estaba bien, no del todo, aunque mi urólogo esté empeñado en que tengo la próstata desbaratada, pero vamos normal a mi edad, Que tampoco es tanta, auque ya tenga una hija de cuarenta años. Si que es verdad que cuando me agacho me tengo que falcar para levantarme, y me duelen las rotulas, bastante, y los dedos de la mano, ¿Será artrosis o artritis? Que sé yo. Lo de la sexualidad mas bien corremos un tupido velo. Mi carácter no es malo aunque a veces me sale la vena abuelo sobre todo con mis nietos. Lo del gimnasio, voy a nadar, media hora, y es mucho, algunas veces estoy tan cansado que casi me ahogo en el 1,30m. de profundidad de la piscina. Tengo mucha hambre y estoy engordando, claro. Me obsesiona mirar el dinero que tengo en el banco, antes no lo hacía, no me preocupaba, ahora sí. Y compro la Primitiva alguna vez.
¿Tendría razón la educada? La verdad es que me hubiera sentado con gusto. ¡Ah, y lo de hacer el pino, de eso nada, seguro que me esmorro(*)
(*)Del verbo esmorrar, caerse bruscamente de narices y romperse los morros. No se si lo admite la RAE pero es descriptivo y me suena bien) |