El beso sus labios lentamente, con ternura, como si el tiempo no importara. Ella se recostó en su pecho profundizando aún más el abrazo, y sintiéndose desfallecer por un beso anhelado hacía tanto tiempo.
Recuerda tardes de besos como estos, que se extendían por horas, y las dudas acerca de si los sentimientos de él aún permanecen abarcan su mente otra vez. Siente en ese momento su mano rozando la curvatura de sus pechos y con un suspiro interno de derrota, se deja hacer y se pierde en la caricia.
¿Hace cuánto tiempo fue la última vez que tuvieron verdadera intimidad? No solamente intimidad de caricias y besos, de momentos pasionales. Se refiere a las tardes en que tomados de la mano, hablaban de cosas sin importancia, riendo y dejando pasar el tiempo disfrutando la mutua compañía. Extraña bailar con él sin música, extraña los estragos de los almuerzos compartidos.
Extraña también, reconociéndolo ante sí misma, los minutos de pasión desesperada, buscando ser uno, dejando atrás la timidez. Esta tarde sin embargo no hay nada de eso y en vez de la susodicha pasión lo siente besando su cuello dulcemente, desabrochando su sostén con movimientos lentos y hasta inseguros. Lo logra y sus pechos parecen agradecer la osadía, premiándolo con el alcance a su suavidad.
¿Cuándo fue la última vez que dormitaron acostados bajo un árbol, que se escaparon para dormir en brazos del otro, que él insistió hasta la saciedad por una hacer una simple llamada telefónica de más? Ella ya no lo recuerda y sus memorias agolpándose en su mente buscan escape en sus ojos, humedeciéndolos secretamente.
La ternura de sus manos traviesas, que han dejado ya su torso completamente al descubierto la devuelven paulatinamente a la realidad. El hombre sobre ella cubre totalmente sus curvas con sus manos, acariciando, besando, soltándola ocasionalmente para ceñirla por su parte baja y amoldarla aún más a él.
Dónde está la diferencia entre sus días primeros y su amor pausado y tierno de la actualidad, desde dónde proviene la angustia...
Sonríe fingidamente, justificando con cansancio su distracción. Quizá será la rutina, se dice en su interior, quizá sencillamente se nos acabó la pasión…
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