Marea alta parte 5
Por la tarde me acompaño al hospital, llegué muy contenta de que ese hombre estuviera a mi lado aunque sea solo de amigos. Cuando llegué al consultorio el doctor me recibió muy bien, me checó mi brazo, pero me dijo algo que me dejó muy mal.
-Mireya, te voy a ser sincero. – dijo el doctor muy serio.
-¿pasa algo con mi brazo? – dije preocupada.
-no, no es tu brazo, se trata de tu estancia en este hospital, me temo que no cubriste todo el monto del hospital.
-me quede sin respiración, sentí que se formaba un nudo en mi garganta. Paralizada por el miedo, solo pensaba en tomar aire y escapar de ese lugar. El doctor notó que me puse pálida, se acercó y me tocó, y le quité la mano de encima. Solo dije “déjeme, si no esto también me lo va a cobrar”.
-¡espera! – dijo el doctor mientras yo me levantaba de mi lugar.
-permiso – dije, en verdad me faltaba el aire.
-Mireya - grita Víctor. – te ves mal, deja que el doctor te cheque. Perdí noción de donde estaba, según Víctor me desmayé.
Y de nuevo me encontraba internada, con suero. Y Víctor estaba a mi lado. Se me prendió el foco y le pedí a Víctor que fuera a mi casa y trajera mi computadora, le di las llaves de mi casa y en menos de 30 minutos ya había regresado con la computadora.
-aquí esta. ¿ y qué vas a hacer?
-voy a pagar la cuenta del hospital.
-¿cómo?
-cierra la puerta – dije, y Víctor se sentó a mi lado en la cama y vio todo lo que hice.
En primer plano entré a la página de los socios de la empresa de donde me hicieron el favor de correrme, y busque el nombre de mi adorable jefe, soy buena programadora tengo muchos años trabajando en las computadoras. En el recuadro donde decía nombre y contraseña entré despiadadamente a su cuenta, si soy buena en el hacker, sé que es un delito pero en esta ocasión era un acto de buena fe. Hice una transferencia al hospital, fue cuestión de minutos. Para mi jefe es como quitarle un pelo a un gato, se pudre en dinero así que no creo que la cuenta del hospital le haga daño. Llegó el recibo al correo de mi jefe y de nuevo lleve a cabo mis labores de ratera cibernética, me sentía aliviada. Es más podría apostar que estuve enferma por el peso de no haber pagado la cuenta y no porque tuviera algo malo en mi cuerpo lleno de curvas.
Víctor, ponía atención en la puerta para que nadie pasara y nos viera. Le pedí a el que guardara mi computadora, al día siguiente el doctor me dio de alta y me llegó el recibo de que ya se había liquidado la cuenta del banco, salí pero me sentía mal. En ningún momento Víctor se separó de mí. Me acompañó a casa cuando llegamos colocó la maleta en una silla que está a un lado de la puerta y me recosté en la cama.
-no te vallas. – le dije.
-no te apures, aquí me voy a quedar. Duérmete, descansa. ¿O qué? ¿Piensas que voy saquear tu casa?
-pues… bueno si quieres algo, no hay nada en la cocina. – le dije, y el respondió con una sonrisa.
Me dormí y a media noche me levanté puesto que el calor en la playa es insoportable, fui al baño y al regresar vi a Víctor sentado en la mecedora dormido, por la mañana salí y él ya tenía en la terraza de mi casa un plato de fruta que constaba de papaya, melón y sandía, en medio se encontraba queso cottage, con un jugo de naranja y café.
-hola, me tomé la libertad de prepararte… - y señaló el manjar que se encontraba en la mesa.
-gracias. ¿Y tú? No me digas que vas a comer “garnachas” – le repliqué
-no, en la cocina tengo otra cosa. – dijo él y sacó un plato con royos de jamón réyenos de queso cottage, al igual que yo un jugo de naranja y café.
-solidario – le dije con una sonrisa en la cara.
Desayunamos, la plática con él es muy amena siempre podía ver su hermosa boca, y sus ojos, en verdad me gustaba, terminé y fui a la orilla de mar, el sol todavía el sol no estaba en su apogeo, regresé a mi casa y Víctor ya había lavado los platos, tendió mi cama. Solo mire, tomé mi toalla y me metí a bañar.
-vic. – le dije.
-si dime.
-me voy a bañar, si quieres cuando termine te puedes echar un regaderazo.
-ok, si gracias. – dijo el, y me metí a bañar.
Enfrente de la puerta tengo un espejo de cuerpo completo, me despojé de mis prendas y me vi al espejo. No podía evitar el tocar mis senos redondos, mientras cerrabas los ojos mi mano “buena” pasaba por mi cintura, podía sentir el roce de mis dedos con mi piel. ¡Era fantástico! Abrí los ojos y abrí la regadera, envolví mi yeso en una bolsa y listo, al terminar me di cuenta que solo traía una toalla y yo utilizo dos y no es por mi circunferencia. Sino porque una la pongo en suelo para no resbalarme y con la otra me seco. Le grite a Víctor que me pasara una toalla, abrió la puerta y me aventó la toalla. Pero dejó la puerta entre abierta y me di cuenta que los posters de los hombres en poca ropa que tenía pegados en mi pared se había caído y los vio…
Me asuste, medio me seque y salí del baño, él ya había guardado los posters en su lugar y por un descuido al salir del baño deje caer mi toalla y el me vio como Dios me trajo al mundo, era el primer hombre en muchos años que me veía desnuda. Vio mi enorme trasero, mis pechos, vio todo yo solo junté mis piernas y las incline y entre no querer taparme puse mis manos en mis pechos. Él se agacho para darme la toalla, pero sin dejar de ver mi cuerpo. De pronto me dijo…
Continuara…
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