El rugir del viento me habla de la suerte que corre mi baúl enterrado en el mar, donde deposite mi sueños y esperanzas, veo la silueta de la luna de color dorado que destila humedad, que va destiñendo sus cabellos de plata, en el mar ella compone una melodía que gira formando una figura celestial danzando con los delfines.
Voy a rescatar mi cofre de sueños, me sumerjo al fondo del mar entre olas caprichosas que no me dejan avanzar me retienen sobre la superficie, debo seguir intentado llegar, otro sueño se ah presentado y este será el ultimo tengo que acceder a mi cofre, y abrirlo para que penetre lo nuevo, luego será cerrado con doce candados de cristal.
Las algas marinas danzan, y en su ritual me hablan de aquellas cosas desconocidas, me cuentan de la especie que se encuentra en lo profundo de este mar azul.
Sigo descendiendo cada ves más profundo, hay miles de seres especiales y desconocidos, hay un mundo irreal allí, un mundo donde la luz es clara y brillante. Una senda se abre y me cuelo por ella. No existo como ser humano soy uno más entre ellos. En estos momentos a lo lejos descubro mi tesoro, raudamente me acerco, miro su superficie llena de corales de diferentes colores parece revestido de piedras preciosas, y mi garganta me anula, la emoción corre a raudales por mi sangre, mi manos inquietas lentamente van sacando los cristales que no me lastiman solo siento bienestar mientras logro abrir sus candados.
Ya con su contenido a la vista surgen uno a uno los sueños cumplidos, los que jamás pudieron ser, los que se truncaron en medio del camino, los buenos, los malos, los inseguros y los desechados, me atormentan con sus ruidos, sus mensajes indescifrables, trato de regresárlos al baúl porque mi corazón comienza a fallar, mi alma se quiere escapar, mi sangre hierve, mis latidos se aceleran. De pronto un ser maravilloso se presenta y los sueños escapan, se depositan en el fondo dejando un espacio para este nuevo sueño, el ultimo, luego no soñare ya en este universo, me iré como se va la tierra cuando el viento pasa.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI |