Con ropajes raídos





Delante, como descuidado y sin interés,
Maneja de forma virtuosa el armadillo cansado,
Un armonium de madera de nogal.

Al soplar el aire racheado entre
Las cavidades donde, desgastados
Y con gran holgura, reposan las
Pisaderas de color ausente,
Las que con semblanza agónica,
Aun consiguen atrapar alguna nota
Vestida de boda, y corcheas peleadas.

Y cada día, al pasar don Aventino,
Camino de la tenada donde encierra
De forma despiadada a sus animales,
Se separa del instrumento
Por miedo a que un sonido
Con sabor a cereza fresca,
Le rompa los raídos calzones
De loneta despiadada.


Aguadulce, septiembre de 2012
José María De Benito