Existir, cual es su fin, ya que su origen nos es ajeno? Para que por que, por que este afán de preservar la existencia, por que no agotarnos, borrarnos establecer un ya basta a las entrañas del mundo.

Vivimos para los demás, nosotros mismos no nos bastamos. Buscamos una utilidad un rol, un papel de melodrama o comedia, algo que justifique nuestro lugar, algo que nos de un titulo: soy panadero, peluquero, nihilista, ladrón, proxeneta, médico o traidor, y asi buscamos que esas definiciones sostengan tu caída libre hacia la nada, incluso el recuerdo, que nos convierte en educadores de la venideras generaciones o cultores de la melancolía, nos tienen en péndulo, cuando ya no queda más.

Y es esto suficiente?

Nos dicen que vivamos el momento, que disfrutemos de cada instante como si no hubiera más... estar al borde del abismo, como discurso motivacional, como aquel monje que comió cerezas antes que la muerte a dentelladas o el impacto con el suelo estrellara sus vísceras. Nos dicen, que no hay más que el ahora. Nos dicen que seamos ciegos, que dejemos de admirar a doña muerte en toda su inminencia, y la vida que nos pudre, literalmente nos pudre.

Anacoreta valiente y valeroso, loco incomprendido, como levantas tus manos al sol? Vives por la farsa espiritual? Que guía tu camino?

Vivir por vivir, como los animales, ja! La otra opción. Ten objetivos: Vacuos. Disfruta la vida: Se una bestia. La moneda no cae de canto.

Y seguimos inevitablemente cayendo.

Que pasará cuando no temamos ya no al abandono que supone el cambio, si al daño a los demás, cuando asumamos ese intimo egoísmo que nos falta para dar el paso, para saltar la muralla, tomar la copa, rajarse las venas, volarse los sesos.

Nada nos detendrá. Seremos imparables, no estallará en nosotros la cruel melancolía ni el remordimiento por los otros. Que vivan y que dejen morir. La vida de los demás es una cadena demasiado pesada, demasiado reconfortante, demasiado ajena.

La razón de Baco, o la razón de Apolo?

Maldita moneda, tal vez si cae de canto, y desde su cúspide admiramos la inutilidad de este juego absurdo, mientras rodamos en ella hacia el tedio de la continua decadencia.


Ser recordados, vivir en los otros dejar un legado... otra forma de placer, otra forma de jugar en el escenario? Es el ego que nos llama. Es nuevamente la entrega a los demás, si no queremos lastimarlos desvaneciéndonos, queremos que tengan algo de nosotros, al disfrutar de nuestra muerte. Taxi Driver, Robert de Niro entrena con suficiencia, para asesinar al candidato presidencial, entrena para rescatar a la dulce damisela del chulo que la prostituye sin pudor. Da igual, ahora sera recordado, esta mas tranquilo, ahora puede vivir. O morir. La sonrisa se dibuja en su boca.

Apolo en el puritano Batman (la ironía de la noche), Baco en el Joker. Ambos en búsqueda de su muerte. Se estrellan, se anulan. Se aceptan como solos, en el rol, en el hedonismo, comprenden sin aceptar al otro, comprenden sin aceptar el vacío que se encuentra justo en su centro. La batalla solo tiene un final. El encuentro gane quien gane, solo tiene un destino.
La moneda cae y cae y cae. Estamos en el canto. Esperamos el final. Es la aplastante realidad.