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Sentada en una esquina, ella revolvió nerviosa la humeante taza de café. Al aspirar el olor del cálido brebaje se sintió mágicamente revitalizada y procedió a beberlo despacio mientras esperaba.
Había soñado con este encuentro. Había fantaseado repasando el guión una y otra vez. Estaba consciente de que esto era un escape para unas vidas rutinarias de gastados años repetidos. Bebió un nuevo sorbo de café mientras sentía que la ansiedad y la incertidumbre alargaban la espera.
Una mezcla de emoción y angustia crecían en su estómago al momento en que comenzó a preguntarse si ella le gustaría. O más bien, ¡sí él le gustaría! Sacó un pequeño espejo de su cartera y maquinalmente se ordenó el corto cabello. Un flequillo juguetón le caía por la frente haciéndola parecer más joven de lo que realmente era. Guardó el pequeño espejo y cerró los ojos mientras su cabeza descansaba sobre una de sus manos y deseó estar a miles de Km nuevamente, volando sobre un mar de nubes sin un destino fijo en una huida imaginaria.
No supo precisar cuánto tiempo estuvo así. El tiempo parecía correr en una diferente dimensión sin medida. De pronto abrió sus ojos y sintió que el corazón se le detuvo un instante para recomenzar a latir desbocadamente. Notó que el piso y las paredes de la Cafetería se esfumaban incluyendo el sonido de la voz metálica que anunciaba la salida de los vuelos.
Por entre la gente lo vio avanzar en forma segura, directo e inconfundiblemente hacia ella. Tuvo ganas de hundirse en la silla; de esconder la cabeza y de que no la viese y que siguiera de largo. Pero no!, Él siguió avanzando hacia ella con su sonrisa encantadora y sus ojos color del océano. Al llegar, se levantó y casi sin mirarse se encontraron en un largo pero protocolar abrazo.
Mientras era abrazada deseó que ese abrazo hubiese sido sin una ubicación geográfica ni coordenadas temporales. Tan sólo ellos pendiendo del ápice de un momento compartido en la mitad de la nada. Al separarse se miraron como reconociéndose mutuamente: Al fin pudo ella aspirar el olor de sus cabellos grises y él, por primera vez, escuchó tono de su voz. Ambos sonrieron entendiéndose más allá de las palabras. Fue ella quien rompió el silencio preguntando por trivialidades que él respondió con una medida calma. Ambos eludieron hablar verdaderamente.
En un rapto de inusitada audacia con voz suave y casi imperceptible, ella le habló de sus miedos: Aunque sabía que estaba en lo correcto y que todo era más real que la vida misma. Sabía que ambos se deseaban y se extrañaban con la misma fuerza, porque en las miles de palabras vertidas al espacio se habían reconocido desde antes de los tiempos.
Pero él la miraba y asentía con la cabeza como confirmando su discurso. Un momento de silencio y una voz ronca le habló de la culpa que sentía; culpable de haber elegido una vida y estar traicionándola. Ella ladeó la cabeza y asintió sin convicción porque supo que en el fondo de esas palabras no había otra cosa que el eco de las suyas.
Se miraron en silencio: De pronto advirtieron un dolor que les rasgó el pecho y que amenazó con subirles por la garganta. Lo único que los delató fue una humedad acuosa que les hizo brillar los ojos.
Al fin él se levantó y ella respiró aliviada. Sin decirlo reconocieron que de haber sido este un encuentro absoluto ambos tendrían que haberse amado por el resto de sus días. Tan sólo habría bastado un beso y la piel les habrìa quemado fundiéndose el uno en el otro para no salir de ellos nunca más.
Se abrazaron protocolarmente otra vez; él giró sus pasos y ella se dejó caer en la silla mientras lo observo desaparecer por entre una multitud indiferente. Ordenó otro café y comenzó a recordar aquello que nunca llegó a convertirse en un recuerdo total.-
Fin
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Texto agregado el 26-09-2012, y leído por 160
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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28-09-2012 |
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El desencuentro que la vida produce es un incentivo para seguir en la búsqueda. O por lo menos, debería serlo.
Un cuento finamente delineado y un dejo nostalgioso en el lector hace que su lectura sea un placer. Salú. leobrizuela |
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26-09-2012 |
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ahhhh... tan bien que iba, pero al final ese desencuentro... ¿inevitable?.
Me gusto mucho!!! felicidades.
Un abrazo!!!!
5* felices yar |
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