| La sultana negra
 
 Negra, mole en la noche,
 fría,
 hasta que alza la mañana,
 majestuosa,
 blanca y soleada
 pura magnitud que eleva mi alma,
 reparo en ti, en mi transitar mudo
 nívea, la inmaculada gasa
 que cubre tus altos pechos de roca viva,
 luminosos, resplandecen coronados.
 
 Hembra grande, dura, fría, lejana y acogedora
 como una sultana negra, envuelta en velos
 de pureza inmaculada.
 
 Visión del amanecer sinfónico
 por la melodía que recorre tus laderas,
 deslizándose sin dejar marca
 como una mano suave, una cadera hambrienta.
 
 Despunta por tu cumbre
 el rey que disputa el trono de tus piedras
 y tu manto, se hace líquido y puro,
 nacen los arroyos y se hace verso el río de tus venas
 verde musgo, roca desangrada.
 
 Y lloran las estrellas, cuando sus lágrimas pasan
 veloces a saludarte, en las noches de las perseidas.
 
 Y así un día, una estación, un año,
 un siglo o una eternidad, negra sultana.
 
 Es tu grandeza como un cuerpo de mujer
 un amanecer de tibia carne,
 a veces distante
 a veces helada.
 
 
 © Todos los derechos reservados
 
 Antonio © M.  ( T i T o. M.)
 24/Septiembre/2012
 Nómada
 
 
 
 
 
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