Ivancito, era el housekeeper más joven y bajito de un Casino que funcionaba en un hotel 5 estrellas en la costa del Pacífico. Siempre amable y solícito se ganó el cariño y respeto de empleadores y clientes por igual. Provenía de una familia humilde que vivía en uno de los polos más pobres de la ciudad. Una zona poblada de delincuentes y drogadictos. Dónde solo el carácter fuerte y decidido de la madre de Ivancito logró sacar adelante a sus 7 hijos, ella sola, sin la ayuda de nadie más. Cada hijo había terminado la secundaria y trabajaban en diferentes empresas, todos serios y responsables. Pero Ivancito, el menor de los hermanos destacaba entre todos ellos. Gracias a su trabajo intenso y dedicado logró que aparte de su sueldo, fueran las propinas de los clientes del Casino que se sentían halagados por la diligencia con que los atendía y limpiaba sus máquinas de los cartuchos de papel de las fichas. O cuando llamaba prestamente a la azafata, o al técnico de las máquinas tragamonedas para que atendiera al cliente. Ivancito fácilmente se llevaba a casa cada madrugada-terminaba su labor generalmente a las 2 de la mañana-unos 200 a 300 dólares diarios.
Ese trabajo intenso sumado a su gran espíritu ahorrador le permitieron llegar a comprar 3 vehículos que los alquilaba en calidad de taxis. Cada unidad le rendía unos 40 dólares por día. Lo que representaba 120 dólares adicionales a su ya excelente ingreso. Todo el dinero se lo daba a su madre para que dispusiera de él y el resto lo depositara en el banco. Además de trabajar en el Casino, Ivancito decidió matricularse en una buena academia de inglés, pues sabía lo importante que eran los idiomas con el trato de los clientes extranjeros.
Ivancito además era un compañero de trabajo alegre y amable. Todo el personal del Casino: gerentes, azafatas,mozos,supervisores,personal de surveillance,de recuento,de ingeniería, anfitrionas, dealers, técnicos, personal de seguridad, cajeros, barmans y el resto lo querían de manera especial. Nunca se negaba a hacer un favor, de hacer un recado, e incluso de prestar un dinero a algún empleado que se había quedado sin dinero antes de la quincena.
Su rutina diaria era agotadora, se levantaba a las 5 de la mañana, después de hacer un poco de ejercicio y organizar la salida de los taxis en alquiler, acompañaba a su madre al mercado donde le ayudaba a abrir la pequeña bodega que le había puesto en ese lugar. Regresaba a casa, para dejar terminado el almuerzo que luego los hacía llegar a algunos de sus hermanos que trabajaban en la zona industrial cercana a su casa. Repasaba su inglés después de almorzar, descansaba un poco y a las 2 de la tarde salía con dirección al Casino, ingresaba a las 3 de la tarde hasta las 11 de la noche. Pero nunca rehuía hacer horas extras hasta las 2 de la mañana.
Ya tenía trabajando casi 5 años en el Casino, había sido designado 2 veces empleado del mes y la última vez logró ser premiado como el empleado del año. Lo que le permitió ganarse un viaje con estadía pagada a uno de los hoteles de USA de la cadena del hotel a la cual pertenecía el Casino.
Todo marchaba sobre ruedas. Tenía buena salud, una familia a la que adoraba, un excelente trabajo, el cariño y admiración de familiares y amigos. Y ya lo habían ascendido en su trabajo.
Hasta que en una oportunidad, justamente en la academia de Inglés conoció a una preciosa mujer, mayor que él, pero de la que Ivancito quedo perdidamente enamorado. Se hicieron amigos, la mujer entre divertida y burlona acepto su amistad. Pero muy pronto se dio cuenta que aquel muchachito la halagaba más que cualquiera de sus acostumbrados galanes. Ivancito había ordenado a uno de sus taxistas que la recogiera de su trabajo y la llevara a la academia. Además la abrumaba con regalos de todo tipo: perfumes, peluches, flores. En fin era el seductor más galante y generoso con el que jamás se había topado. Todo eso implico que Ivancito se quedara con más de la mitad de los ingresos de los taxis y que ocultara a su madre la ganancia que le dejaban las propinas. Todo para halagar a esa coqueta mujer. Después de un breve cortejo, Susana como así se llamaba la mujer, se acostó con Ivancito. Ahora si que perdió la cabeza nuestro diligente amigo. Su felicidad no tenía límites. Tampoco su generosidad, ahora era ropa fina, artefactos eléctricos y cualquier capricho que se le cruzara por la cabeza, que Ivancito no dejaba de atender con premura.
Tenían ya un año de relación, cuando una vez casi de casualidad, un amigo de Ivancito le comento que la tal Susana, era una mujer que tenía muy mala fama en la empresa donde trabajaba. Era la secretaria de un estudio de abogados y este amigo que por casualidad había llegado al lugar haciendo sus prácticas como estudiante de abogacía. Le contó que varios de los abogados de esa firma gozaban de los favores de la dama en cuestión. Aprovechando el horario de trabajo de nuestro Ivancito, quien llegaba recién a las tres de la mañana al departamento donde vivía con Susana.
Ivancito no le creyó a su amigo, pero por las dudas contrato a un detective privado, quien le confirmo con fotos y todo las aventuras galantes de la mujer que él adoraba. Tuvieron una tremenda pelea, la mujer no pudo negar la evidencia de los hechos y decidió como un recurso desesperado abandonar a Ivancito. Sabiendo en el fondo que él se moría por ella.
Ivancito, pidió 15 días de vacaciones adelantadas en su trabajo. Y se dedico a emborracharse casi todos los días, cosa que nunca antes en su vida había hecho. Esperaba a sus compañeros de trabajo a la salida del Hotel, a las 11 de la noche y los invitaba a que lo acompañaran a unos bares del centro de la ciudad, él pagaba todos los gastos. Casi nadie rehuía la generosa invitación que incluía una opípara comida en algún restaurante cercano y que además Ivancito los mandaba en taxi a sus casas. Esta rutina duró casi dos semanas. Hasta que unos de sus mejores amigos, le llamó seriamente la atención. Le contó que había visto a su madre desesperada por la conducta de su hijo preferido y que la le dolió mucho verla llorar amargamente por lo que le pasaba. Ivancito, se conmovió hasta las lágrimas. En ese mismo instánte decidió irle a pedir perdón a su madrecita querida. Tomó un taxi y lo dejo en la gran avenida de tránsito rápido que lo separaba de su casa. Era tal apuro de Ivancito por llegar que evito caminar las dos cuadras donde se encontraba el puente peatonal y decidió atravesar la avenida como lo había hecho muchas veces cuando era niño. Pero esta vez el licor hacia torpes sus movimientos y reflejos. Cuando creía que no venia ningún carro por la curva, cruzo lo más rápido que pudo pero con paso vacilante. Un auto pequeño con las luces muy tenues venía muy rápido y no pudo evitar atropellar a Ivancito. De un fuerte topetazo, lo lanzo un par de metros hacía adelante. Ivancito logró incorporarse, pero fue allí donde fue atropellado sucesivamente por una serie de vehículos grandes que circulaban a toda velocidad por el lugar. Nunca se supo cuantas veces fue atropellado. Lo cierto es que cuando pudieron rescatarlo, su cuerpo estaba horriblemente mutilado, prácticamente lo levantaron por partes. Como habrá sido de terrible el accidente que su ataúd fue sellado, para que su madre no pudiera contemplar el espectáculo dantesco de su restos.
Casi todos los compañeros del Casino estuvimos en el velorio. Los pocos que pudieron, lo acompañaron al cementerio. De esto han pasado casi una década o más. Ivancito sigue vivo en la memoria de los amigos que disfrutamos de su generosa amistad. Y todos tratamos de no recordar su trágico e injusto final.
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