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Puede que Dios ya esté muerto. Tampoco podría asegurarlo. Solo es un pensamiento que se me vino a la cabeza mientras miraba la luna, con un vaso de vino barato entre mis manos. Así también como los alimentos, las relaciones y ¿por qué no Dios? Todo tiene fecha de caducidad y ya sabes que cuando te sigues alimentando de algo que ya venció, esa comida que durante un tiempo estando en fecha buena, te alimentaba… hoy solo consigue hacerte daño y es inevitable, lo es. Algunos cuerpos resisten más que otros, pero a la larga te van dañando por dentro hasta reflejarlo en la superficie de tu rostro y por toda tu capa externa corpórea. Me llevé el cigarrillo a los labios mientras aspiraba el humo tóxico de aquel amigo desgraciado, que tanto placer me causa, al oír como se va consumiendo.

Pensé que Dios hizo lo suyo, pero también tiene que tener un descanso. Supongo que se lo merece después de todo. No podía comprender mucho lo que yo mismo me estaba cuestionando, simplemente lo pensé por aquel instante. Luego agregué nuevamente otro cuestionamiento… lo primero que haré cuando muera, será observar el planeta tierra desde la luna. Tal vez podría sentir lo que sintió Dios cuando creo el universo. Podría ser Dios por unos instantes, aunque en menor escala, pero de todas formas podría apreciar la creación y sentir que yo era el inventor de tan maravillosa vista. Pero luego pensé… tampoco sería lo mismo ya que solo podría ver una parte del planeta, la mitad. ¿Y la otra mitad donde la dejo? Sentí frustración por un momento. Y volví a retomar el tema del descanso merecido de Dios. ¿Entonces por qué la gente sigue creyendo en algo que puede haber tenido un término, pensando en la vida eterna? haciendo cosas solo para ganar la vida prometida tan esperada. Creo que sería mejor disfrutar de lo que se tiene ahora y no esperar algo en donde el conductor del carruaje ya jubiló, dejándonos solo el medio. El resto lo tenemos que aprender nosotros. Y de acuerdo a como manejemos la máquina, por decirle así a la vida, seremos los dioses de nuestra propia existencia, sin regirnos de alguien que ya está descansando. Creo que por ahí va el libre albedrío, no como lo están usando en estos tiempos. Tragué un poco de saliva, miré mi vaso lleno de oxigeno, supe entonces que se me había acabado el vino. Todo caduca, pensé y regresé a mi habitación llena de pensamientos flotantes y olor a encierro.

Recostado entre la penumbra de mi habitación comencé a darle forma a las pequeñas manchas que se formaban en el techo, luego creí escuchar una voz que me decía… ¿y tú, no tienes nada más que hacer que estar mirándome? ¿Acaso estas buscando algún culpable? Pensé que tal vez era mi imaginación o mi otro yo el que me hablaba, no lo sé. Pero de todas maneras solo miraba el techo buscando formas de animales o de cosas raras, en ningún momento pensé en mirar algo con determinación buscando culpables… además ya tenía a uno y esté no podía defenderse… ya había muerto. Y ese culpable era Dios.

Ya era hora de comenzar un nuevo día. Tenía lista mi ropa encima de la silla. Tomé el libro con la pauta de trabajo y comencé a vestirme, sinceramente la sotana me quedaba muy bien, todo listo para ir a trabajar, los fieles debían escuchar la palabra de Dios y la iglesia estaba muy fria para hacerlos esperar.