El Paseo por la Malvarrosa
Participan en este cuento inicio,*camino-de-vida desarrollo **ninive, desarrollo888 andrudna, final ****musas-muertas.
LEVANTE. La primavera florece. Los balcones engalanados con geranios rosa y claveles colorados. Los patios rebosantes de jazmines que trepan las paredes y se escapan para vigilar la calle y su trajín. Los limoneros cargados de frutos amarillos y verdes, y los naranjos …
Huele, y no puede escapar a su influjo, su alquimia natural sobre las emociones, los sentidos y los amores que crecen como la brisa del mar, las corrientes y la luna.
¡Ay , la luna!
Y mi casa está triste, muda y callada. La gente camina deprisa hacia la plaza y se escuchan voces infantiles, alegres, …
Cierro los balcones, las cortinas y oscurezco la casa. No puedo apartarte de mi vida.
Me tapo los oídos y resuenan las campanas como una endiablada danza metalizada. Repican las campanas, a fiesta . Me escondo hasta de mi mismo.
Y tiran los cohetes y suena los aplausos y vítores.
Y no hallo el silencio
Y al rato, los cascos de los caballos resuenan en mi cabeza y a lo lejos me asomo a la ventana y es la chica de ayer…de la gran Avenida del Puerto va el coche. Te veo blanquísima y perfecta como una paloma. Hermosa, nívea y te imagino cubierta de arroz, símbolo de prosperidad, fertilidad, riqueza.
Y una punzada me atraviesa el pecho…y el corazón se para en un instante perpetuo.
Hoy se casó Ella, Empar, mi amor.
Y porqué te dejé marchar. “Nos hizo falta tiempo …De caminar a oscuras … de bailar tú yo un bolero, de dibujar tus antojos, de mirarme yo en tus ojos …nos hizo falta tiempo, de caminar la lluvia…
Era nuestra canción.
Recuerdas aquél verano.
Tú viniste de un pueblo del interior con tus padres y tus hermanos a veranear a la costa. Te hospedabas en el Balneario de las Arenas.
Nos cruzamos una tarde en el paseo de Eugenia Viñes, que estaba rebosante de gente.
Tu venías con tu vestidito azul, manoletinas blancas y el cabello alborotado por la brisa y una piel finísima que ya empezaba a broncearse y tus ojos me dieron permiso para decirte la primera palabra.
(Yo iba con los amigos a tomar el tranvía, dirección a la Plaza de Toros, de la Calle Xàtiva. Era la “Fira de Juliol” y el cartel era magnífico, Antoñete, Luis M. Dominguín, y “lleno hasta la bandera”.¡Y teníamos prisa!
Tú ibas acompañada de unas amigas, lo recuerdo muy bien y estabas
tomando una “horxata amb fartons” en una terraza a la orilla del mar y la brisa te acariciaba la cara. “quién fuera arena para besarte los pies”_ pensé-.
Yo no podía dejar de mirarte. Eras tan hermosa. Y tú risa era un canto de sirena y no podía apartar mis ojos de ti. Yo era Ulises.
Subido ya al estribo del tranvía hasta pensé en saltar y dejar a éstos y sus planes y acercarme sigilosamente a espiar tus ojos de gata. Pero me fallaron las fuerzas. No tuve el valor suficiente. Pero te juro, y no es mentira, que el perfume de tu cabello todavía lo llevo en mi recuerdo, Día y noche, noche y día.-
Hace diez días llamó el cartero y me entregó en mano la siguiente correspondencia:
Hotel Paradise. ***** Nuevo México
de: Amparo Ros Vicens
Postal. Playa de Yucatán.
a: Julio Peris Mestre. Valencia. España
**
!Emilia!!!!
La voz del editor sonó tan fuerte que la secretaria dió un respingo en su silla e hizo caer el objeto de plástico. Los lápices, los cortaplumas y las tijeras se desparramaron sobre la alfombra pero no hizo ni un gesto para recogerlos, el llamado de su jefe no admitía demoras. Se apresuró a entrar en la oficina del editor.
Ricardo Montana tenía llas mejillas enrojecidas y un tic insistente agitaba su párpado derecho. Emilia sabía que el tic aparecía sólo en situaciones extremas. Se detuvo temerosa frente al escritorio.
Conteniendo la voz, Montana extendió la mano que sostenía unas hojas:¿quien puso sobre mi escritorio esto? -la expresión de asco era la de quien agita un pescado podrido.
Emilia deglutió. Sabía quien le había dado el manuscrito, pero había prometido que no la delataría.
"Usted lo pone allí en medio de todos los escritos que han sido aprobados para la próxima revista." Le había dicho la mujer.
-¿Quién aprobó esto?
Emilia movió la cabeza de un lado a otro.Se mordió los labios,titubeando. Su fidelidad a Montana, que era su superior desde hacía quince años, superó la promesa de mantener el secreto. Me lo trajo la Sra Descalzo, la joven esposa del director...
Ricardo Montana respiró profundamente. El aire que salió de sus narices vibró como el rugido de un león. Sonrió, pareció calmarse algo y el tic del ojo desapareció. Iimprovisamente soltó una gran carcajada.
Siéntese Emilia.¿Usted lo leyó? Ella negó con un gesto.
Escuche:..." Los balcones engalanados con geranios rosa y claveles colorados. Los patios rebosantes de jazmines que se escapan trepando sus paredes para vigilar la calle y su trajín. Los limoneros cargados de frutos amarillos y verdes, y los naranjos …
Huele, y no puede escapar a su influjo, su alquimia natural sobre las emociones, los sentidos y los amores que crecen como la brisa del mar, las corrientes y la luna.
¡Ay , la luna!...
-No sigo, pero con esto es más que suficiente. La revista no puede publicar este texto, nuestros lectores reciben mensualmente lo mejor de la literatura actual,informa sobre los descubrimientos técnicos, publica lo mejor en ciencia ficción, en ensayo,en poesía moderna...Esos son nuestros temas. Este escrito es para una revista de adolescentes del siglo pasado... Luego su voz comenzó a subir de tono:-! Lo puede haber traído el Presidente de la República, pero esto no va en máquina, va directo a la papelera!Sáquelo de mi vista!
Emilia se retiró aresuradamente sin las hojas porque en ese preciso momento entr[o en la oficina el Director General.
La sonrisa bonaria de Julio Descalzo acentuaba las arrugas de su rostro. Todos habían notado que desde su nuevo casamiento con una joven mucho menor que él, que parecía rejuvenecido.Se lo veía relajado y feliz.
-Le traigo una buena noticia Montana, consideraremos su pedido de ascenso en la próxima reunión de directorio, lo doy por aprobado, será un buen paso adelante...pero...¿qué le pasa Montana? lo veo algo irritado...
***
- ¡Me exaspera, que quiera comprarme de esta manera!
- Acabo de leer un escrito, incompatible con el estilo de nuestra revista. Lo ha hecho poner su esposa en la pila de los aprobados.
¡Y ahora me sale Ud, con lo de mi próximo ascenso!.-Le aseguro que tengo dignidad, y si este es el precio... Paso.
El Director Descalzo, lo miró sin comprender a qué se refería.
Entonces, Montana le extendió la carta.
Apenas Julio la vió, su semblante cambió, se borró la sonrisa de sus labios y sus ojos, comenzaron a nublarse por las lágrimas.
Luego tomó asiento, pasó sus manos por la cara para limpiar la huella de su emoción; y con una inclinación de cabeza, retomando su compostura de jefe, dijo:
-¡Siéntese Montana!. Esta carta es personal, y mi esposa la ha traído sin mi consentimiento.
Obviamente, mis intenciones distan mucho de que estas líneas se publiquen en la revista. De hecho, aquí hay una parte de mi vida muy importante,que deseo se mantenga privada.
Hoy hablaré con Mora, pero antes quiero asegurarle que nunca intentaré sobornarlo. Le pido, que hagamos de cuenta que nunca vio estas líneas.Se trata de algo personal, muy personal.
Julio Descalzo, se retiró de la oficina, y su mente intentaba asimilar el atrevimiento osado de Mora. Hablaría con ella y le expresaría su descontento.
Habían pasado muchos años desde muerte de su madre, y lo último que hubiese deseado era encontrar esa carta sobre el escritorio de Montana.
Mientras conducía a su casa recordaba la historia de sus padres...
****
Poco a poco Julio se fue calmando, la bronca inicial contra su mujer fue disminuyendo, ella era la única conocedora de su historia, y permanente disidente de su opinión de mantenerla oculta.
El dolor y la nostalgia tomaron su alma mientras conducía.
“Otra vez la vida, una sombra que camina, pobres actores en un escenario desarrollando una historia tragicomica llena de furia y desesperación pero que al finalizar nadie del público recuerda”, decía William Shaskespeare.
Julio Descalzo, ya más sereno, manejaba su auto perdido en los recuerdos.
Sus padres Jose Descalzo y Amparo Ros Vicens nunca se amaron.
Quizas su propia juventud le impidió verlo hasta que fué demasiado tarde.
Su madre se refugió en éll y su padre en el trabajo. Solo sabía por ellos que se casaron en España en una pequeña Iglesia al sur de Valencia en Paiporta. Luego tuvieron su luna de miel en Mexico y se radicaron allí.
Jose fundó una editorial que fué la fuente de ingresos de la familia y aún hoy la de el propio Julio y su joven esposa.
Su madre, Amparo, siempre fué melancólica y triste, solo sonreía cuando lo llamaba “Julio” y cuando lo miraba a los ojos y decía por lo bajo y con cierta rebeldía “tienes los ojos de tu padre”.
Julio no entendió que sucedía hasta que fué demasiado tarde. Nunca entendió el trato distante de su padre, ese cariño frio, distante, casi forzado.
Y un día ocurrió.
Su madre recibió una misiva, lo recuerda bien ya que él atendió al cartero, la carta venía de Valencia, España. Era primavera y el sobre simple tenia una fragancia sutil que evocaba a geranios, claveles y jazmines. Ese dia entrego la carta a su madre y ella palideció. Se retiró a su cuarto y nunca mas salióde allí.
No hubo llantos ni súplicas que la hicieran salir. Su padre forzó la puerta, amenzó con hospitalizarla, con internarla, pero nada la hizo cambiar, no comía y melancolicamente ya no se levantó más de la cama.... Se dejó morir. Solo dejó un sobre a su nombre con la instrucción expresa de no abrirlo hasta el cumpleaños número ventiuno de Julio.
Julio lo recordaba bien. Porque fué justo en vispera de su cumpleaños que su padre, Jose, totalmente absorbido por el trabajo (después entenderia que también por la vergüenza y la culpa) murió de un infarto.
De su padre heredó el negocio familiar y de su madre heredaría la verdad de su vida.
La carta que le dejó su madre le informaba de la existencia de su padre biológico, Julio Peris Mestre y de su amor por el.
Lo último escrito le explicaba que su verdadero padre se habia suicidado y que el dolor y los recuerdos felices vividos con Julio Peris Mestre le hacian imposible vivir. La muerte de su amado era garantia de infelicidad eterna y la pérdida total de la esperanza. “Sin esperanza no se puede vivir” finalizaba la carta.
Julio detuvo el auto a la vera del camino, ya no podía manejar.
Varias cartas acompañaban el sobre, la primera, objeto de la discusión con su editor, y la última, la notificacion de Julio, su verdadero padre de quitarse la vida, aquella carta que terminaría también con la vida de su madre.
Julio Descalzo suspiró un par de veces aferrado todavía al volante de su auto detenido y continuó recordando.
A la semana de su trágico cumpleaños, viajaba a Valencia.
No le costó trabajo encontrar el cementerio, tampoco el nicho de Julio Peris Mestre. Se paró frente a la placa. Observó la foto de su padre, y se vió reflejado en sus ojos, una voz le vino del pasado “tienes los ojos de tu padre”... fue entonces cuando apoyó la mano sobre la tumba y lloró. Lloó por su madre, por su padre allí enterrado y hasta por José Descalzo... y finalmente lloró por sí mismo.
No recuerda cuanto tiempo estuvo allí llorando, solo recuerda que finalmente levanto la vista, se secó los ojos y juntando fuerza dijo “adios papá, te prometo casarme solo por amor”.
Julio, aún sentado en el auto se seca las lágrimas, ni se ha dado cuenta que está llorando otra vez. Piensa unos segundos más y arranca el vehiculo. Gira en “u” para volver a la editorial .Suspira y piensa sonriendo.
- Quizás mi mujer tenga razón, quizás esta historia realmente merezca ser publicada, me parece que hoy discutiré con Montana
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