Inicio / Cuenteros Locales / sally40 / A lo hecho, pecho
Hoy me decidí. ¡Finalmente! Hace días que lo vengo planeando y posponiendo. Pero hoy decidí que esta situación tiene que terminar. Para bien o para mal. La idea se me ha metido en la cabeza y no me deja en paz ni un momento. Ando por la calle y algo me hace pensar otra vez en hacerlo y no puedo parar de calcular cuándo y qué pasará después. Ando distraída, barajando posibles resultados, siempre con el mismo temor… ¿y si después de juntar coraje y hacerlo de una vez por todas, el arrepentimiento me atormenta más de lo que me atormenta hoy la idea en sí misma? Me despierto en mitad de la noche y vuelta a lo mismo ¿me atreveré hoy? Y así pasan los días, de excusa en excusa. Soy indecisa… es verdad. Pero aquí se me presentan sólo dos opciones: lo hago o no lo hago. Debería resultarme fácil entonces, sólo tengo que atreverme y ya. Pero también pasa que tengo miedo de que la gente me empiece a mirar mal. Nunca se sabe. La gente puede ser muy cruel cuando no entiende por qué uno hace esto o lo otro. Quizás después ni yo misma voy a saber con qué cara mirarme en el espejo. Porque podría salir mal, muy mal. Conozco otras personas que ya lo han pasado, y sé que en algunos casos la angustia hizo estragos en ellas. Sé que han llorado y pataleado y gritado al mundo que nunca quisieron que las cosas salgan así. También sé que con el tiempo las cosas terminan por mejorar, la gente se olvida, quizás yo también lo olvide. O será que uno termina aceptando lo que hizo y se hace cargo. Quizás algún día me ría sola recordando la cuestión. Ojalá.
Pero desde que me levanté hoy, siento esta necesidad imperiosa de hacerlo y no puedo concentrarme en ninguna otra cosa. Aunque llegado el momento no sé si tendré el valor suficiente. Nunca fui de tomar riesgos, en nada. Aparte no puedo ni quiero pedir consejos porque en estos casos hay mucha subjetividad de por medio. Tendría que hablar con alguien muy confiable, que me diga la verdad sin rodeos y no me juzgue mal. Además no quiero que nadie sepa que soy tan cobarde. Aunque algunos ya lo sospechan. Pero no es algo que se pueda hacer a medias. Lo hago o no. Y una vez hecho…
Casi al mediodía no aguanté más. Respiré hondo para relajarme y no lo logré. Igual fui hasta el armario y con las manos temblorosas abrí el segundo cajoncito. Empecé a buscar entre las tijeras de costura. Elegí la más chiquita y afilada. La agarré y la miré y toqué el filo. Me la pasé de una mano a la otra. Fui al baño. Todavía dudaba. No me podía temblar el pulso, no. Y tenía que mantener mis ojos bien abiertos. Volví a respirar hondo y pensé “ es ahora o nunca”.
Después de todo ¿qué tan malo puede ser un flequillo más en el mundo?
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Texto agregado el 21-09-2012, y leído por 1215
visitantes. (4 votos)
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Lectores Opinan |
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16-12-2012 |
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Vine movido por el interés que me despertó el de los zapatos ajenos y por la curiosidad de saber si me encontraría otra vez con esa especie de alamazuela hecha de monólogos interiores. Y me encontré con algo parecido: esta vez UN monólogo, preparatorio de un remate inesperado, como a mí me gusta :-) iwan-al-tarsh |
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22-09-2012 |
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Interesante el recurrido de suspenso que le pones a tu cuento. Tiene su encanto! inkaswork |
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22-09-2012 |
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Un cuento con suspenso, atrapador y con un final inesperado. M e gustó. fabiangs |
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21-09-2012 |
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Suicidio a la vista! Genial tu historia, ciertamente ya me estaba cansando de tanto preámbulo e indecisión pero tuve la fuerza de voluntad de no leer la última línea sin haber leido todas las anteriores y aunque (no) esperaba un desenlace fatal, finalmente, "te suicidaste el flequillo". ilogico |
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