Las ramas del árbol que crece al pie de mi ventana Lucen doradas por el cercano farol que las ilumina. La gente cruza presurosa la avenida por la lluvia repentina, La balaustrada de la casa de enfrente luce brillante, Miro pensativo hacia lo lejos fumando un cigarrillo. Mis cuartillas dispersas sobre la mesa y algunas en el suelo, Desde el fondo de la habitación las notas de una viejísima canción, Y mi corazón latiendo al mismo ritmo de la lluvia que va humedeciendo las hojas del frondoso árbol. Debo confesarte que todavía te recuerdo.
Texto agregado el 21-09-2012, y leído por 168 visitantes. (0 votos)