Todos tenemos una historia que contar... la mía comienza así.
Al principio era bosque, arboles hasta que un día llego El. Paseó por el bosque, miro hacia el lago y el arroyo y se sentó a mis pies a observar. Se le notaba feliz.
Luego volvió con Ella y otra vez a mis pies ambos se juraron amor eterno.
No volví a verlo hasta el otoño. Esta vez vino con herramientas y caímos a sus pies. Con esfuerzo nos fue apilando cortando y preparando, pero era madera verde y pasaría un año hasta que fuera de utilidad. Mientras tanto El, laborioso como una hormiga armó con piedra de la cantera ubicada aguas arriba del arroyo, los cimientos que se levantaban sobre el nivel del piso unos cincuenta centímetros. Todo estaba perfectamente planificado. Entre los cimientos de piedra construyó la cisterna de agua potable. La pared que miraba al sur fue construida también en piedra. la chimenea y la cocina y el calefón a leña y el baño se apoyarían sobre esa pared. Y llego mi turno. Fui convertido en paredes, pisos, techos, escaleras comedor estar dos dormitorios y hasta muebles.
Y un día llegaron El y Ella y vivieron en mi. Los días pasaban felices con trabajo en la huerta, el corral y el gallinero y las noches con amor.
Un año después empezaron a venir "las ardillas". El primero, Joaquín, nació en el dormitorio principal como lo harían luego Agustín y Clara.
Vivía poblado de risas y felicidad, mis "ardillas" correteaban por toda la casa primero y luego como cachorros se aventuraban al bosque, al arroyo y al lago. Luego vino Capitán , un cachorro de cuatro patas que era el compañero inseparable de mi familia.
Hoy mirando en retrospectiva puedo asegurar que esos fueron mis días mas felices.
Pero algo paso... El tiempo. Los niños crecieron El y ella empezaron a discutir. Ya no se amaban todas las noches.
Joaquín fue el primero en irse... algo escuche de "escuela" y "unos tíos en la ciudad".
La tristeza invadió el hogar. Al año siguiente Agustín, Clara y Ella se irían para no volver. Solo quedo El y Capitán.
Salvo la visita mensual del encargado del almacén de ramos generales que traía los elementos básicos para sobrevivir, El no hablaba con nadie excepto con Capitán.
Cada vez se levantaba más tarde, cada vez abandonaba mas la huerta y los animales. Cada vez pasaba más horas mirando al lago durante el día y a una foto de su familia por las noches antes de dormir.
No se que le pasó, solo se que Capitán se acostó a su lado aullando, El quedo allí, inmóvil, sentado en la reposera mirando el lago. Tres días después Capitán tampoco se movió mas.
El encargado del almacén vino, grito y se fue... a la tarde volvieron otras personas y se lo llevaron a El, Capitán en cambio fue enterrado junto a mi pared de piedra.
Quede solo, mi puerta fue cerrada por última vez, han pasado treinta años y nadie me ha reclamado.
Solo con mis recuerdos, Los animales ya no están, solo con mis memorias, la huerta está invadida por malezas. Solo sin ellos, sin mis ardillitas, sin El. Mi único compañero, Capitán está dormido a mis pies.
Nadie debería vivir tanto con tantos recuerdos. El dolor de la felicidad conocida lastima más que la vejez misma.
Me estoy muriendo de a poco hasta los pájaros del bosque me evitan.
Alzo una plegaria a Dios y me escucha.
Un rayo solitario cae sobre mis tejas de madera. Comienzo a arder.
Y está bien. Nadie debería vivir con tantos recuerdos. Finalmente moriré de pie como los arboles.
Todos tenemos una historia que contar y este es el fin de la mía.
|