“La paz es buena, la guerra es una mierda”, ese letrero estaba caminando, lo hacía despacio y cojeaba, estampado en la chaqueta de un anciano, salían de todos lados colegiales, era la hora del almuerzo, y yo caminaba rápido y un poco enfadado, porque no encontraba un computador para escribir, (porque en mi tiempo está totalmente prohibido escribir a mano), el calor no es tan intenso como pensaba que seria, pero es lo suficiente como para que los escotes estén a la orden del día y las motos sean dueñas de las calles estrechas, también lo shorts, (palabra tan fea esa), parecen tapa rabos modernos y aquí no importa si hay algo que mostrar, al parecer el calor elimina la vergüenza, incluso creo que tiene un efecto muy positivo en la apariencia física de la gente, (los que me conocen siempre han sabido de mi descontento por la construcción de la capital en lugar tan frio, tal vez si se hubiera elegido una ciudad con más temperatura, este país sería diferente), interesantes cosas han pasado desde mi llegada hace ya más de 5 horas, ¡un colegial improvisando sonetos!, algo muy raro, yo leía la rayuela(o lo intentaba por lo menos), y el tal vez atraído por la atmosfera cronoscopiesca, se sentó en la banca de al lado, saco un cuaderno, un bolígrafo, ¡Y empezó a escribir a mano! Arrancaba una hoja, dos hojas, miraba profundamente la fuente que estaba al frente a nosotros, entrecerraba los ojos y las hojas, sin más me pregunto la hora, yo un poco hipnotizado por la escena y por la maga, tarde en reaccionar, le dije la hora en la que estábamos me pare y al parecer, me fui del lugar.

Aquí el medio día, es algo espectacular, en el ajetreo de la vida citadina el medio día se vuelve algo muy inexacto, según la definición que logre ver aquí, es el momento del día en donde todo se para, desde el vendedor de minutos, el policía, incluso me sacaron del café internet donde estaba escribiendo, (tuve que parar e irme al parque y seguir leyendo), parece que todos los habitantes tuvieran un acuerdo oculto en el cual a las doce de la tarde se paran, y cierran sus locales, [excepto los restaurantes y parecidos, {o todos se irían a leer al parque y no hay espacio para todo el mundo(y tampoco hay libros), las bancas son muy pocas}, como las fruterías y cafeterías], puede ser que no allá nada de poético en esta acción comunal, tal vez el sol tenga mucho que ver en esto y sea una simple evasión del calor insoportable de esa hora, y a las dos de la tarde muy puntuales todos salen al mismo tiempo y siguen en lo que sea que estuvieran haciendo.

Yo me devolvía del parque, caminaba despacio y atento de cualquier cosa que me pudiera suceder, lo encontré a él, al infaltable, al mal llamado “bobo del pueblo”, era más o menos de mi altura, piel morena, orejas pequeñas, son negros con pestañas largas, con un saco azul un poco sucio, una sudadera verde, llevaba en su espalda una joroba no muy prominente, caminaba despacio con las manos en los bolsillos, saludaba a todos los que pasaban por su lado, pero nunca le devolvían el saludo, solo una mirada condescendiente, llena de pesar y lastima, veníamos caminando en sentido contrario(el iba y yo venía, o yo venía y el iba) me miro y dijo suspirando “hay dios”, como si yo fuera una causa perdida , se me salió una pequeña sonrisa, se metió a una droguería a saludar al dueño, yo volteé la cabeza para verlo por última vez, y ahí se quedo hablando, como si estuviera solo, porque el señor de la tienda siguió leyendo unos frasquitos sin ponerle atención.
Bendita globalización, que seriamos sin ella?, los estudiantes de ciencias humanas no tendrían de que hablar y los estudiantes de ciencias “puras” hablarían todavía del flogisto. Si, aquí hay un pedacito de USA en todos lados, se puede comer tranquilamente un tamal y ver en la televisión, “two and half men”, el que carga el bulto de papas para el punto de distribución lo hace usando una camisa estampada con el logo de Mtv, las tiendas de ropa tiene nombres como: Banana Republic, la coste. Y para pedir permiso se dice: esquiusmi. En mi humilde e insignificante opinión, diría que podría modificar la frase de Alejandro dumas, escrita en los tres mosqueros (que eran cuatro), “todos somos uno y uno somos todos”.

Para un pueblo tan pequeño como este, hay demasiados emboladores, o lustra botas, jamás había visto tantos lustra botas juntos, incluso tienen una gran parte del parque dedicada a ellos, hay una zona que es exclusiva para ellos, como si fuera un centro comercial para embolar los zapatos, son tantos que no caben en este lugar especial para ellos, los que no caben allí, de ambulan por el parque, tratando de conseguir clientes, el problema es que la mezcla de moda y calor es fatal para ellos, con este calor muy poca gente usa zapato de charol, la mayoría usa sandalias, y los que no, usan tenis, o parecidos, la verdad lo siento por ellos, al igual que las cámaras de rollo y los beepers, ellos están quedando en el olvido, parece ser que este pueblo es el último bastión de los lustra botas.

A parte de los lustra botas, abundan también las jóvenes embarazadas, caminan orgullosas, empacadas el vacio en licra, muestran sus grandes estómagos, y generalmente con una blusa que empieza desde los senos hacia abajo dejando al descubierto los hombros y parte de la espalda, y la combinación de colores entre la licra y la sudadera es digna de un payaso, pero para una mujer en embarazo todo es admisible, generalmente las veía haciendo llamadas, (imagino que llamarían al responsable de su gran estomago), casi siempre iban acompañadas de sus madres, alcance a contar 15, ojala todos esos bebes no terminen reemplazando a los lustra botas, que la providencia les ayude en la vida que les espera.
La tarde aquí es hermosa, el clima colabora para que el pueblo sea más vivo que en la mañana, las motos salen desprevenidas y desvergonzadas, y cuesta mantener la boca cerrada ante todas las mujeres que con la excusa del calor pegajoso, exhiben sus cuerpos, algo interesante para un país tan “católico”, (también es interesante para mis impulsos primitivos), tal vez esto se debe a que hoy es viernes, (pues no he conocido parrandas mas excesivas, que las que hay en tierra caliente, muy grecorromano diría yo).

Alguna lectura sobre sociología que alguna se me cruzo en el camino, decía que no se podía hacerse una idea sobre un lugar, con una visita, o con una estadía corta, pero menos mal ese no era mi objetivo. Bendito el calor porque trae recuerdos y pasiones, benditas las montañas porque entre ellas crecí, (y lo sigo haciendo), benditas las similitudes porque hacen de un pueblo todos los pueblos, bendita la idiosincrasia porque hacen de un pueblo un lugar único e irrepetible, y bendito el tiempo libre porque con él se puede escribir sobre el tiempo libre.