Desmembrar el mundo y sus planos. Sus ejes, trópicos, coordenadas e islas. Montañas, océanos, vacíos, constelaciones. Fantasear que lo desmembrado se convierta en raíz embrionaria de un germen. Quiero ver la sangre emanando por los cortes y que la onda explosiva eyecte contra mí rojo líquido. Así podré contemplarme en un espejo como un ídolo falso y palpitante. Seguir desmembrando las ramas de un árbol, los dedos de las nubes; acabar así los horizontes; esa leche podrida que derrama el filo del mar en el cielo. Que en los incisos circulares de los extremos desmembrados comience a nacer la vida, Otra Nueva Vida. Los muñones de los seres cortados un larvario de criaturas con miedo a la Oscuridad y al Horror. Arterias, venas, huesos, carne, piel, células, todo desmembrado, delimitados en su porvenir, divididos.
Voy a desmembrarme el sexo para nacer, renacer, darle vida a las sombras que comienzan a moverse. Desmembrarlo desde el principio, como una planta arrancada de raíz por la tajante herramienta, con su pelaje de erizo, con su bulbo fangoso-venoso y sus planetas. Sacarlo del centro mismo de la pelvis, con orientación hacia el sol. Y el cadáver herido yace en la tierra. ¡Por fin he desmembrado mi verga! El olor del semen ahora hace su tarea. Derramo la esterilidad sobre el Mundo. Degollado el portento las nuevas raíces comienzan a crecer. Desde el agujero el Árbol de la Vida da frutos en todas direcciones. La frondosidad de su ramaje advierte un claro defecto de evolución. Cada fruto es un ser nuevo a punto de ser concebido y por destinación los nombraré Mujer, Hombre y Bestia. Las dos primeras serán la apariencia de las sombras primitivas, inmóviles y silenciosas. A ellas dirigiré el primer oficio del Mundo. La tercera Soy Yo Mismo. La luz. El seno verdadero del hábito. Ahora desde la eternidad volverá la Tierra a ser contemplada. Es la primera soledad del desastre.