Capitulo 1
Llegó a pangea antes de la hora acordada. Al salir del port, quedó envuelta por la densa y húmeda oscuridad del mes de julio. La noche era especialmente negra y sofocante, quizá a causa del calor. Al sentir que le faltaba aire para respirar, Almendra alzó los ojos y vio un cielo sin estrellas. Su piel, que había permanecido fresca, empezó a humedecerse por el sudor.
—Siento llegar tarde —se disculpó el hombre
—No hay problema — comento Almendra — pero explícame, ¿Qué es lo que sucede?
— Si, ya.. — Repuso el hombre —Ya hemos encontrado al infiltrado.
— Y, ¿Quién es? — a Almendra se le hizo un nudo en la garganta
— Pues… — el hombre se le acercó al oído — eres tú – al articular las últimas palabras la agarra fuertemente del brazo y la arroja al suelo, Almendra logra levantarse y escabullirse entre los arbustos
— ¡ATRAPENLA! — grita el hombre, unos soldados que se encontraban camuflados entre matorrales la persiguen.
Llovía con fuerza, y cuando apretó el paso, las ramas le arañaban los hombros. Se cubrió el rostro con el brazo para resguardarse. Jadeaba y la oscuridad no le permitía orientarse.
Almendra corría, e intentaba ver algo a pesar de los ojos hinchados por la paliza. La rodilla izquierda no le aguantaría mucho más. Se había colocado la rótula en su lugar, después de que se la dislocaron. Había ganado terreno, pero sentía la pierna como si fuera de paja y estuviera sujeta con un elástico. Iba perdiendo adrenalina y, por debajo, el dolor llegaba como un bramido.
Detrás de ella, entre la maleza, oyó aproximarse unos soldados, seguramente podían oírla, pero el único modo de mantenerse en silencio era dejar de correr y no podía permitírselo. Mucho menos para ganar una insignificante ventaja. Almendra miró hacia atrás. Las luces de las linternas se movían de un lado para otro mientras corrían. No cabía duda, ya la habían descubierto.
En el otro ejército
Lucas estaba acostado en la cama superior de la litera estudiando japonés. Además del reto de ingresar en un ejército, se había impuesto dos nuevos objetivos: el primero consistía en lograr enamorar a Almend44; el segundo, aprender el suficiente japonés para conseguirlo. A diferencia de su primer objetivo, esta nueva tarea le parecía divertida. «Me llamo Lucas» «Mi hobby es practicar deportes.» «¿Te gusta practicar deportes?»«¿Qué tipo de comida te gusta?»«Me gustas.» Lucas iba repitiendo estas frases en voz baja, acostado boca abajo sobre el colchón. Por la exigua rendija que alcanzaba a ver de la ventana, percibió el naranja intenso de los últimos rayos de sol tiñendo el cielo. La pálida oscuridad de las nubes ganaba terreno por momentos.
- TODOS AL PATIO – se escucho un grito a través de un altavoz, Lucas se apresuró a levantarse y cumplir la orden.
Una vez en el patio se les informo a todos los militares el apresamiento de Almend44
- Señor, ¿Podría estar a cargo de la celda? – insistió Lucas
- Nunca me has fallado, pero en caso de que algo ocurriere, tú serías el único responsable, es decir, te corresponderá su muerte- Afirmó
- No le fallaré señor – Respondió cabizbajo
 
EN Japón
“Hemos apresado a vuestro líder, si la queréis de regreso deberán cedernos todos sus recursos”
-¿Qué haremos?- comentó el capitán - Estamos perdidos, estamos perdidos…
- Que pesimista capitán, solo tenemos que invadir y liberarla – acotó un soldado
- Me han contado que están muy bien armados, y que nos matarán a todos- Continúa – Creo que deberíamos rendirnos
-¿RENDIRNOS?- gritó el general - ¿Y dejarle todo a su merced? ¡JAMÁS! Es momento de contra-atacar! Prepara todas nuestras tropas, si ellos lo piden, jugaremos a los soldaditos.
En la carcel
-¡ENTRA!- le ordenó el teniente a Almendra mientras la empuja bruscamente- Ahora - Continuó señalando a Lucas - Tú te quedas a cargo
-Si señor- Afirmó Lucas juntando las piernas y demostrándole su respeto a través de un saludo militar
El teniente se retira cerrando la puerta con un ruido innecesario.
Lucas se queda mirando fijamente a Almendra, pensativo
-Que estes en la carcel no significa que no puedas hablar, ¿sabes?- comentó Lucas tratando de ser amistoso
-Y ¿Qué quieres que diga?- Contestó Almendra - Todo me sale mal
-Almendra - se le acercó al oído y al ver su mueca de tristeza continuó susurrándole - estoy dispuesto a ayudarte
-¿A que te refieres?- Preguntó
-Te amo- Admitió
- Emm.. Gracias, supongo - Se ruborizó - ¿Qué tienes en mente?
-En este momento - Lucas se quedo pensativo - absolutamente nada, pero podríamos planearlo juntos- espetó mientras esbozaba una sonrisa
-Es verdad...- aceptó Almend - pero primero manda una carta a mi ejército, ya sabes, para que no hayan inconvenientes
- Una vez que escapes ¿Me podía ir contigo a Japon? - Preguntó cabizbajo
- Claro... - Afirmó Almendra
En Japón
Una a una las horas pasaban lenta e inexorablemente. El general no dejaba de pensar en cómo llevar a cabo el ataque para liberar a Almendra. En el suelo de su oficina permanecian una pila de cartas, entre la cuales se encontraba la de Lucas.
La carta llegó a manos del general, el cual la leyó y llegó a una conclusión y mediante un escrito le explico su necesidad de hablar personalmente con el.
En pangea
El general, junto a sus refuerzos se encontraban en Pangea, dispuestos a negociar la liberación de Almendra.
-Buenas noches general- Saludó Lucas
-Igualmente- continuó- dígame ¿qué información posee?
- Soy el carcelero de Almendra- comenzó- y me gustaría ayudarla a escapar, ella me pidió que hablara con ustedes
- Bien, ¿Almendra te dijo algo más?- preguntó el General
- No, eso solo- contestó
- Dime... ¿Tienes derecho a estar en todas las instalaciones del ejército? - espetó el General
- No lo sé, supongo que si, ya que me tienen demasiada confianza - Respondió Lucas
- En ese caso, tengo una idea - comentó - escúchame atentamente, te encargaras de colocar unas bombas en todas las habitaciones del ejército. Y luego nosotros encontraremos el momento indicado para que estas estallen, claro que antes les avisaremos para que no corran peligro.
- Bueno, tratare de hacer el trabajo lo mejor posible - dijo Lucas mientras lo saludaba y se retiró
Capítulo 3
En Patio Central
Era un día gris, negras nubes de tormenta se cruzaban por el cielo y cubrían el sol. A Lucas no le importaba, para él era imprescindible la realización de su parte del plan. Se encontraba colocando las bombas cuando de repente percibió a unos miembros del ejército aproximarse por lo que se apresuro a esconderse detrás de un muro de piedra.
-¿Qué haces aquí?- le pregunto el Guardián tocándole la espalda
-Emm.. ya sabes, estaba... estaba buscando al teniente, me han pedido que baje porque me estaba buscando- dudó Lucas
-Bueno, está bien, supongo que tienes permiso- dijo el Guardián- suerte con tu búsqueda
Lucas adquirió una postura firme y al notar que el guardián se había ido termino de plantar una de las bombas y se escabulló.
En Japón
Los rayos del sol invadían la habitación del general.
El general desplegó un mapa y comenzó a planificar la invasión. Para esa hora el ejército enemigo contaría con escaso personal, debido a las bombas.
En celdas
-¡Lo logré!- exclamó Lucas en voz baja
-¿Qué lograste?- Le preguntó Almendra
-Logré plantar todas las bombas- le explicó - junto al general de Japón tenemos un plan para liberarte
- Y ¿Por qué no me contaste nada?- le regañó enfurecida
-Es que, quería que fuera una sorpresa- contestó - perdóname...
-No, perdóname tu, has sido muy dulce conmigo, no es manera de tratarte- se arrepintió Almendra
- ¿Crees que lograremos ser libres? - Le preguntó cabizbajo
- ¿Por qué lograremos?- continuó - ¿no te sientes libre?
- Libertad sin poder decir que te amo no es libertad- se entristeció- es que, no es justo que no me dejen enamorarme, nos podrán decir que debemos hacer dentro del ejército, pero no que sentir, es algo mucho más complejo..
Capítulo 4
En Japón
El general terminó de planificar la invasión y decidió llamar a los soldados con los que tenía más confianza, entre ellos el Capitán.
-Como sabrán hace unos días recibí una carta de Lucas- comenzó el General - es un soldado y carcelero del ejercito que apresó a Almendra, hemos acordado en que colocaría varias bombas en puntos claves del ejército y cuando yo quiera explotarían.
-Espere General- lo detuvo el Capitan- ¿Lucas? ¿Por qué tenemos que confiar en él? Seguramente es una trampa
- No lo creo - respondió - ¿Qué necesidad habría de mentir?
- Para distraernos - le espetó
- Está bien lo pensaré- reflexionó - se termina la sesión, y se cancela el plan por hoy ¡VÁYANSE!
En el ejército enemigo
El teniente general se encontraba hablando por teléfono
-¿QUÉ? ¿LUCAS TRAICIONARÁ?- Se enteró por medio del Capitán- eso no sucederá
La llamada se cuelga, debido a que el General había estado espiando al Capitan, el cual termina encarcelado.
En Japón
-El capitán ha traicionado, ya saben nuestro plan, Almendra y Lucas están en peligro- dijo el capitán nervioso- deberemos adelantar el plan, haced explotar las bombas ¡YA!
-¡Si señor!- exclamó el estratega
En celdas y Patio central
Lucas subió rápidamente la chirriante escalera metálica que llevaba a las celdas, comenzaron a escucharse varias explosiones, ninguno de los dos comprendían lo que sucedía ¿por qué no les avisaron?, intentaban protegerse debajo de una cama individual.
El Teniente muere a causa de que se encontraba cerca de una de las bombas que explotaron. En el ejército solo habían sobrevivido ellos y el Guardián debido a que en su habitación no se había colocado ningún explosivo y estaba muy alejada de las otras.
- Creo que ya tendríamos que salir - continuó asomándose por la puerta - ya no hay mas bombas ni soldados, esta todo desierto.
- Bueno, vamos - decidió Almendra
Estaban corriendo por el patio central cuando de repente se escucha un ruido de arma.
-¡Alto ahí!- les grito el Guardián - ¿Pensaban que saldrían vivos de esta?, estaban muy equivocados
Lucas desenvaina rápidamente su machete y tienen una feroz pelea, en la que éste triunfa, pero termina muy herido con un disparo en el estómago.
Almendra intentaba taponarle la herida y detener la hemorragia, pero él parecía estar cada vez más lejos. Finalmente entreabrió los ojos
— ¿Qué piensas hacer cuando me muera?— Le preguntó Lucas
— No digas eso, lograras salir vivo de esta, nos iremos juntos a Japón
—¿Por qué quieres que sobreviva?
— Porque te amo —respondió Almendra—. Quiero que vivamos los dos.
Cuando se inclinó para besarle los labios ensangrentados, él la miró con ojos serenos. Entonces, como si no estuviera habituado a hablar con esperanza, dijo con voz vacilante:
—Ni adonde ir... ni adonde volver...
Almendra miró sus manos ensangrentadas—. Seremos libres —añadió en un murmullo.
—Sí, libres —confirmó ella. Él alargó el brazo y le acarició la mejilla, pero sus dedos estaban terriblemente fríos—. Apenas sangras —le dijo.
Lucas se limitó a asentir con la cabeza, consciente de que Almendra mentía.
En Pangea
Almendra caminaba por Pangea, aunque no sabía adonde se dirigía. Parecía avanzar como una autómata, limitándose a poner un pie delante del otro, la libertad que buscaba era suya y sólo suya, no de Lucas, ni la del Capitán, y estaba convencida de que la encontraría. Si se le cerraba una puerta, encontraría otra que poder abrir.
FIN
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